Por la ventana que daba al frente, solía ver a la gente pasar.
La experiencia era breve, ya que el cerco del jardín apenas dejaba que los transeúntes existieran -exiguamente- cuando pasaban frente al portón.
Por lo general eran padres o madres con sus hijos.
Tendía a pensar, que sus relaciones eran iguales a la mía con mi madre, pero por momentos, me invadía una forma extraña de curiosidad, que me llevaba a imaginar, presentir, sospechar otras variantes, otras posibilidades.
Mas complicidad unas veces, mas incomprensión otras, mas indiferencia la mayoría de las ocasiones.
Ahora que lo miro a la distancia, supongo que mi sospecha se basaba en las caras, el ritmo, o los dos o tres pasos que llegaba a ver (el tercero casi lo intuía). No había más datos.
Cierto día, al abrir la ventana a la imagen se le sumó el sonido (en tal circunstancia sentí lo que debió haber sentido el público cuando el cine mudo pasó a ser sonoro)... y claro, sobrevino el desencanto.
(Aclaración necesaria: con este texto cumplo con la consigna propuesta por Casandra desde su blog. Espero haber cumplido en buena forma).
La experiencia era breve, ya que el cerco del jardín apenas dejaba que los transeúntes existieran -exiguamente- cuando pasaban frente al portón.
Por lo general eran padres o madres con sus hijos.
Tendía a pensar, que sus relaciones eran iguales a la mía con mi madre, pero por momentos, me invadía una forma extraña de curiosidad, que me llevaba a imaginar, presentir, sospechar otras variantes, otras posibilidades.
Mas complicidad unas veces, mas incomprensión otras, mas indiferencia la mayoría de las ocasiones.
Ahora que lo miro a la distancia, supongo que mi sospecha se basaba en las caras, el ritmo, o los dos o tres pasos que llegaba a ver (el tercero casi lo intuía). No había más datos.
Cierto día, al abrir la ventana a la imagen se le sumó el sonido (en tal circunstancia sentí lo que debió haber sentido el público cuando el cine mudo pasó a ser sonoro)... y claro, sobrevino el desencanto.
(Aclaración necesaria: con este texto cumplo con la consigna propuesta por Casandra desde su blog. Espero haber cumplido en buena forma).
Que pena que esos momentos tengan un desencanto cuando finalmente uno ve la realidad tal cual es.
ResponderEliminarLas ilusiones rotas, siempre causan desencanto.
ResponderEliminarFeliz de poder hacerme un tiempo para leer tus letras y azorada de ver como ha crecido tu bello querubín.
Un fuerte abrazo Raùl♥
Cuando pueda voy a chusmear cuál era ese misterioso pedido de Casandra. Pero, más allá de que hay un encantador misterio en tu breve relato, lo primero que pensé es en una experiencia que tuve, muy parecida, salvo que el misterio continuaba a pesar de las palabras: laburaba en un negocio, y desde adentro de oían fragmentos muy breves de las conversaciones de los transeúntes. Siempre te quedabas con la intriga de cómo seguía esa conversación o qué le respondía el otro. Pero siempre entendías "algo", exiguamente, como bien decís.
ResponderEliminarquerido amigo: estupendo!! cumpliste con creces. Muy buen relato, Ud. sabe y puede hacerlo muy bien, queda demostrador. besotes y sigo de labor...(casi estoy como vos trabajando chiquicientas horas..!!!)
ResponderEliminarBonito relato, corto y con mucha profundidad, que feo desilusionarse, pero es parte de las experiencias que tenemos que pasar.
ResponderEliminarUn abrazo, buen fin de semana.
La vida tenemos que mirarla con cristales de colores. Es todo más bonito.
ResponderEliminarAbrazos
Me gusta mucho la cadencia de tú escritura.
ResponderEliminarEl mundo de las ilusiones es así...no hay más.
Un saludo.
Hola Raúl.
ResponderEliminarYa lo creo que lo has cumplido. Has escrito un relato con un encanto especial. Me ha gustado leerte.
Un abrazo.
Maat
Me hubviera gustado saber todo lo que pasaba en tu cabecita y en tu corazón cuando mirabas por esa ventana. Seguro que hay mas...
ResponderEliminarHay algo más a través de esas líneas, algo que parece que debamos adivina, si queremos hacerlo...
ResponderEliminarUn placer visitar tu casa, gracias a Casandra,
Un saludo,
Juanma
Ah, el sonido real acompañando una imagen idealizada generalmente nos da la misma sensación que un mal texto acompañando una hermosa tarjeta.
ResponderEliminarNo sé si me logré explicar, pero tu cuento me llevó a esas veces en que encontré la tarjeta con la imagen ideal, pero al abrirla, las palabras arruinaban lo que yo hubiera querido decir con esa misma tarjeta.
Ah, mejor guardo silencio. Solo diré que me gustó tu escrito... aunque no sepa explicar por qué.
Hola, vengo del blog de Casandra, me ha gustado tu relato aunque es una pena que al ver la vida al completo se desilusione
ResponderEliminarUn saludo de Mar
me has hech0 ver un mied0:(n0 se si sera l0 que tu describes, per0 a mi me has hech0 ver un mied0) palabras + una pantalla de pc = a cualquier c0sa;per0 palabras + pc + s0nid0 = a mied0 a ...desilusi0n, puedes p0ner desilusi0n en lugar de mied0.
ResponderEliminargracias raul. un placer.
Pues tienes razon, mientras nos dedicamos a intuir, nuestra imaginacion vuela, en el momento en que el sonido irrumpe, la imaginacion ya no hace falta, y se produce el desencanto....
ResponderEliminarNos formamos una imagen tan completa de lo que vemos, que le ponemos nuestro propio sonido, es como cuando nos atrae alguien y al oirlo hablar todo se desvanece en el aire...
ResponderEliminarMuy lindo relato...
Tu ventana dejaba que tu imaginación volase, la fantasía se hacía dueña de las situaciones y las manejabas a tu antojo, al abrirse esa ventana es como cuando el niño crece y deja su inocencia a un lado...
ResponderEliminarPrecioso relato.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarPero, de eso ya ha pasado mucho tiempo y ademàs el cine mudo es una opciòn.
ResponderEliminarOirte comentar de un desencanto, me sabe a un soplo de aire libre.