"Qué pequeña es la luz de los faros,
de quien sueña con la libertad "
Pájaros de Portugal (Joaquín Sabina)
Y es inevitable, irresistible.
Cuando uno va creciendo y va (sin proponérselo) adquiriendo el lenguaje, la forma de caminar y de mirar politicamente correcta, siempre... pero siempre, llega a la conclusión de que lo más importante en la vida es LA LIBERTAD (escrita, dicha, asumida, promulgada así, en mayúscula como para que no queden dudas sobre nuestra convicción).
El tiempo, la vida, las circunstancias, los vaivenes van desdibujando esa convicción hasta que se hace una entelequia. Algo irreal.
Aún así, seguimos aferrados a ella, tan listos y campantes.
Pero sucede que los seres humanos somos "sapiens sapiens" y no solo creamos la mentira, también creamos el desmentido y su elemento de sostén: EL ESPEJO.
Por eso, desde hace algún tiempito (sobre todo después de haber leído Alexis Zorba el griego) llegué a intuir (entender jamás) que la única forma de libertad posible es lo que la sociedad condena o -más frecuentemente- diagnostica como locura.
Todo lo demás. Esos pequeños gestos heroicos, que tanto bien nos hacen cuando los exhibimos como estandarte de nuestra conducta inamovible, no son más que -al decir de Zorba- una soga un poco más larga.
De la libertad, apenas si vemos la sombra. Diría más: no creo que estemos en condiciones de valorarla, porque no somos capaces de detectar la opresión que vivimos día a día (y hasta celebramos). Esa opresión no nos la imponen, la llevamos gustosos, como a nuestra pretendida "libertad", y está formada por nuestro prejuicios, limitaciones de todo tipo y color, arbitrariedades que surgen campantes a la primera de cambio y (lo más grave, diría yo) nuestro orgullo. Al decir de mi hermana Killia "el enano fascista que te hace morisquetas cuando te mirás al espejo"
Por eso es que creo que andamos ciegos por el mundo. Culpando a cuánto se nos cruce de nuestra ceguera (siempre es más fácil, convengamos). Entonces, cuando queremos (¿?) asumir algo, usamos la fórmula simple (y simplista): "si yo sí, pero él (o ella)?". Y así no sirve, no rinde.
Nuestros errores, lo son por sí mismos. Sin excusas, sin más vueltas, sin "porqué". Cuando uno le erra, le erra. No está obligado a admitirlo, pero tampoco a refugiarse. Y si se refugia (sin importar en qué) NO ES LIBRE, ESTÁ REFUGIADO.
Y de estar refugiado a estar preso, hay apenas un matiz.