DESVELO

Esta vez, el desvelo fue acompañado con Santullo (ex "L Mental" en "El Peyote Asesino", ahora con BAJO FONDO TANGO CLUB).
Absolutamente recomendable, de principio a fin este trabajo (BAJO FONDO TANGO CLUB PRESENTA A SANTULLO) 
 El "pontífice" de unos cuántos músico uruguayos: Fernando Cabrera, acompaña a su tocayo en un temazo.
Disfrútenlo


"despierto
cada día de mi vida
intentando encontrar cosas reales
cosas simples, personales
no tenía idea de que podía
romper este vidrio oscuro que me rodea
no me pidas que salga de aquí
si vos nunca te animaste a entrar por mi
despierto
cada día de mi vida
con la impresión de que tengo una buena razón
para buscar dentro de mí
todo lo que hoy soy y una vez perdí
se que existe
otra manera
se que todo lo que pasa no solo pasa afuera
y es por eso
que me voy al mazo
afino el tino
y hago una cita con mi propio destino
cada día
cada día de mi vida
cada día
cada día de mi vida"
Fernando Santullo 

PEÑAROL PA' TODO EL MUNDO

Ayer, luego de siete años, mi querido Peñarol, mi querido "manya" me dió una nueva alegría.
PEÑAROL NOMÁS!!!!

A la noche, se desató la locura en 18 de julio.


La alegría de la gente era disfrutable


40

Dicen que llegué en un momento complicado a la vida de mis viejos.
Mi padre estaba internado, producto de un accidente. Este quinto hijo debía llegar un mes mas tarde. Mis hermanos se llevaban entre sí, dos años promedio.
Nadie suponía que casi ocho años después llegaría un nuevo integrante a la familia. Mucho menos que llegara de un modo tan intempestivo y complicado.
Todos se encargaron de regalarme una infancia preciosa. Por ser el más chico fui el más mimado.
Tempranamente se detectaron mis problemas visuales, por los cuales, mi cara pasó a ser una “cara con lentes”. Así es desde entonces, y así me reconozco. Siempre digo que mi cara es “con lentes”.
Cuando tenía diez años y medio, mi viejo recibió el llamado del flaco barbudo que –dicen- vive en el cielo. El viejo nunca negó una mano, así que allí fue. Desde entonces lo extraño todos los días. El viejo fue un crack, en una misma jugada me enseñó dos cosas importantísimas: que cuando te llaman tenés que ir sin importar quién sea, ni para qué; la otra: no importa cuánto extrañe a quién extrañe, YO PUEDO. Aunque parezca que no, PUEDO.
No fui un alumno brillante en primaria. Más bien fui uno más, pero si pude aprender el valor de generar lindas relaciones con la gente, cosa que procuré mantener hasta ahora.
En secundaria tuve un desempeño similar. Nada destacable.
Por la diferencia de edad, los sobrinos llegaron temprano. De hecho, cuando cumplí trece llegó –como un regalo- mi primera sobrina, la primera nieta de mi madre. Mi negrita divina (MARCELA. FELIZ CUMPLE AMOR!!! EL TÍO TE AMA SIEMPRE).
A mis 24 me encontré con un par de ojos que me miraron con ternura, y ahí me quedé 12 años de mi vida. Con ella construimos muchas cosas. Tuvimos muy buenos momentos, y también unos cuantos dolores de cabeza que nos provocamos mutuamente. Hoy gozamos de una relación llana, con unos cuántos recuerdos, y con un alguien en común maravilloso. Ya no vivimos juntos, pero si recordamos muchas anécdotas.
A mis 32 años ocurrió el milagro. Cuando nada parecía que llegaría a buen puerto, un angelito de dos kilos novecientos gramos vino a derretirme y cuestionarme. Él me da millones de alegrías y unas cuántas canas.
Desde entonces no pasa un solo día en que ese geminiano no ocupe buena porción de mi mente, acaso como compensación por aquél otro geminiano que se fue cuando yo tenía diez.
Mis 36 fueron movidos (y cómo!). Me encontré en medio de una montaña rusa. Disfrutando, temiendo, temblando, riendo, llorando. Al disfrute del vértigo en cada subida (con la consabida ilusión de tocar el cielo con las manos), le seguiría una caída en picada, en un abismo que parecía interminable, súbitamente llegaba el llano, o una curva cerrada y abrupta, que amenazaba con expulsarme centrífugamente del todo, de la nada.
Fueron tiempos tumultuosos de los cuales tengo muchísimos recuerdos lindos, algunos de los otros, unas cuántas cosas para arrepentirme, otras de esas que enseñan (todavía).
Últimamente van llegando los sobrinos nietos… aunque en rigor debería decir “las sobrinas nietas”, hasta ahora dos. Pero en breve se sumarán cuatro más (dos que trae en su vientre mi negrita Marcela, la que cumple hoy).
Y llegamos, como quién no quiere la cosa a este hoy. Solo y no tanto, muy acompañado y sin embargo, solo.
Tengo unos amigos maravillosos (familiares, adversarios, conocidos, amigos, compañeros, infelices, ventajeros, enemigos, indiferentes, fallutos, cuestionadores, intelectuales, despectivos, nigromantes… y otras tantas virtudes que por pudor no menciono). Yo los resumo siempre en dos personas: ROSANA y MARIO.
Por supuesto que no son sólo ellos dos. Pero resumen bien a todos y como todos saben que son los dos que siempre nombro, nadie se sentirá ni excluido ni enojado.
Y vinieron nuevos rumbos, nuevas caricias, nuevos retos. Y todos aportaron algo. Y espero en todos haber aportado algo también.
Y llegaron las MUCHAS MANOS…
Este espacio que pretendí fuera otra cosa. Que tenía otro objetivo. Que apuntaba a otro norte. Este espacio que me presionó, que amé, que detesté, que estuve al borde de dejar, fue un fiel compañero en cientos de ocasiones. Ya es un costado de mi costado. Que aunque deje temporalmente, está siempre ahí. Casi una metáfora de mis tantas dudas. Una pregunta que frecuentemente me hago, cuando recuerdo que MUCHAS MANOS… está allí: “¿para qué?”.
La misma pregunta que frecuentemente me hago, ante tanta cosa… y la misma respuesta, ciertamente complaciente: “por algo ha de ser”
Así que hoy, mientras esté con mi enano, con mi vieja, con algunos de mis hermanos, estaré también con MUCHAS MANOS… , alzando copas, recordando que de dudas uno está hecho, afortunadamente. Cerrando un número redondo y abriendo quién sabe qué puertas, que nuevas dudas, que respuestas inconclusas.
Y diciéndome, que al igual que todos, yo también merezco un poco de eso que llaman felicidad.
FELICES CUARENTA, PARA MÍ