¿Viste cuando buscás el celular que dejaste silenciado la noche anterior y se te hace la hora de irte a trabajar?.
Das vuelta las almohadas, las frazadas, las sábanas, la casa... le prendés el cabito de vela al negrito del pastoreo, volvés a timbrar desde el teléfono fijo (no te convencés que está silenciado el maldito bicho)... y los minutos pasan volando, y la hora de irte se te viene encima, y no podés creer que pase tan rapido esa media hora... y pensás "¿cómo mierda voy a saber del mundo sin el celu?".
Volvés a desandar la casa, mirás para todos lados y no hay un puto dato que te ayude a ubicar ese artefacto que tan importante se hizo en tu vida. Todos sabemos que sólo te sirve para matar el tiempo (tiempo muerto ya de por sí), pero al igual que hacemos todos, vos te engañás diciendo que "lo necesito porque así, si le pasa algo a mis hijos puedo enterarme de inmediato"... y sí, en parte eso es cierto. ¿Y quién podría decir que no te entiende con semejante argumento?
Los minutos siguen corriendo, vos seguís desesperando... y el celular sigue sin aparecer... y sigue en silencio. Y esa media hora que tenías a tu favor cuando te levantaste para prepararte una jornada tranqui, se te fue como arena entre los dedos... y pensar que cuando falta media hora para salir de tu trabajo pasa tan lenta.
Esa desesperación todos -un poco más, un poco menos- le hemos padecido. Todos la entendemos perfectamente.
Luisa Cuesta se fue hace dos días. Vivió 98 años. Cuarenta y dos de ellos, se le fueron como tus treinta minutos. Y no buscaba un celular, buscaba a su hijo, que otros habían silenciado del modo más cruel, inhumano e injusto.
Luisa buscó a Nebio en silencio. Sin estridencias, sin insultar a nadie (quizás tuvo ganas alguna vez... y vaya si tenía motivos), sin desesperar, sin prisa y sin pausa.
Luisa buscó caminando, y los años se le fueron como arena entre los dedos, hasta que tuvo que partir (uno quiere creer que finalmente pudo encontrarlo).
Lo triste, lo lamentable, lo que de veras enferma pensarlo es que seguramente a vos todos te entiendan tu malhumor por no haber encontrado tu celular una mañana cualquiera...
sin embargo hay muchos que siguen sin entender a Luisa y su búsqueda (pucha, que estamos jodidos hermano, eh?)