MUCHAS MANOS EN UN PLATO...
SOBRE VIOLENCIAS Y ESPERANZAS... Y RECUERDOS (QUE SE COLARON)
RE ENCONTRANDO(ME)
"Si querés saber quién sos, pensá un poco en lo que fuiste
otras vidas que viviste para llegar a ser vos.
Tené presente mi amor, que existís porque exististe
sos hoy el fuego que fuiste, llamita de aquel calor"
Sobre finales de noviembre, en otra función muy cargada de emociones, Nelly (mi maestra de sexto) nuevamente estaba entre el público, esta vez con "una amiga" que me había anunciado que la acompañaría. Esa "amiga" resultó ser Silvia, mi ex compañera con quien habíamos compartido toda la primaria. Obviamente las emociones volvieron a apoderarse del momento y un cúmulo de imágenes se atropellaron pasando por mi cabeza al ver a esa hermosa mujer que me devolvió a aquella niña sonriente.
Virginia
Gabriela
Ángela
Nadie puede escapar a su particular forma de ganar el corazón de todo el mundo.
Pero como "una imágen es mejor que mil palabras", dejemos algunos abrazos que sirvan para graficar una noche perfecta de reencuentros y emociones infinitas.
INCLUSIVE
Con el permise de les obreres del trasporte (el señer conducter y le señore guarde), que tan amablemente me permiten dirigirme a ustedes, paso a entregarles (sin compromise de compre), algo útil y necesarie para tode aquelles que sepan disfrutar de les normes de inclusién que tante bien harén a todes.
Se trate de (ni mas ni menes) el diccionarie inclusive con todes las acepciones que deberíen estarse enseñande en les centres de estudie y les retrógrades que dirigen nuestre educacién no permiten.
El diccionarie viene con ilustraciones e informacién muy clare y
CUANDO BUSCÁS Y NO ENCONTRAS...
"¿A quién le estamos pidiendo la independencia?"
En la película "Ocho apellidos vascos" (Dirección: Emilio Martínez Lázaro, 2014), Rafa (el protagonista del film), en su afán por pasar por vasco y así conquistar a Clara (una bellísima muchacha vasca), termina al frente de una manifestación independentista. Por tratarse de un personaje puramente andaluz, desconoce el euskera, y ante el requerimiento de los manifestantes para que la arenga sea en ese dialecto, les replica: "A quién le estamos pidiendo la independencia? A los vascos?. No, a los españoles, si se lo decimos en vasco no se enteran".
Si uno quiere obtener algo y no lo expresa (o lo expresa mal), difícilmente tenga éxito. Y -como bien dice Rafa en "Ocho apellidos vascos", quien recibe el mensaje "no se entera".
La pregunta, entonces, es: ¿a quién le estamos hablando cuando hacemos nuestros planteos?; ¿al otro o a nosotros mismos?
HABLANDO PARA MÍ MISMO
Uno de los errores frecuentes en que se incurre en la actualidad, al elaborar una estrategia comunicacional, radica en pre suponer que quien recibe nuestro mensaje comparte nuestra forma de ver la realidad y de interpretarla.En la película, los asistentes al mitin por la independencia, siendo ellos vascos, pretendían un discurso en euskera, y el protagonista -haciendo uso de una lógica pura- les hace notar que de ese modo sus reclamos no serían inteligibles para quienes gobiernan España, ya que -muy probablemente- las autoridades no dominen la lengua vasca.
Frecuentemente, no es la lengua lo que constituye una barrera entre el emisor y receptor de un mensaje.
En estos tiempos de virulencia verbal a través de redes sociales, lo que prima es el agravio puro y duro, la comunicación encrespada, el calificativo denigrante, el término peyorativo.
El acceso libre e indiscriminado a formas de comunicación global ha abierto la caja de Pandora, de la que han salido los prejuicios teribles. De ese modo, algo que podría haber significado la democratización del acto comunicacional y de las opiniones divergentes, parece haber mutado en el reino de la descalificación personal: cuando una opinión es diametralmente opuesta a la mía y me quedo sin argumentos para rebatirla, fisgoneo el "perfil" del autor en busca de algún elemento ya no para rebatir la opinión, sino para descalificar al autor, para "matar al mensajero".
De ese modo mi opinión queda a salvo -ante mí mismo- de los indeseables que me plantean otro modo de ver, divergente, discordante, quizás opuesta a la mía, y mi auto complacencia a salvo.
Mi discurso es el mejor... para mí.
DE "LA CAJA BOBA" A "LA PANTALLA TÁCTIL PERMISIVA"
En tiempos en que la televisión era el centro de atención (y hasta de encuentro) de toda la familia, quienes nos considerábamos intelectualmente aventajados solíamos llamarle "la caja boba". Entendíamos que quienes permanecían embelsados frente a la pantalla de tv viendo, uno tras otro, los contenidos que de ella emanaban, estaban haciendo un uso -por lo menos- discutible de su tiempo de ocio, dejando por el camino el disfrute de un buen libro, de un debate esclarecedor o de otras actividades enriquecedoras, gratificantes y (justo es decirlo), nutritivas para nuestro ego y para la imágen de intelectual que pretendíamos proyectar.Cuestionábamos a quienes se exhibían en la tv por su falta de seriedad, por su casi ausencia de espíritu crítico, por su banalidad intelectual.
Pues bien, hoy "la caja boba" prácticamente quedó en el olvido, y las nuevas plataformas de contenidos han dado paso a otros modos de consumo audiovisual infinitamente más compulsivos y adictivos; y también han suplantado, casi en su totalidad, a la lectura (ni hablemos de los debates, de los cuales, habría que adjuntar la definición para buena parte de las nuevas generaciones).
Hoy vivimos el reinado de "la pantalla táctil permisiva", por intermedio de ella consumimos todo tipo de contenidos y comentamos la mayor cantidad posible de eventos de toda índole. Nos sentimos "El hombre universal" de Da Vinci. Hablamos con una impunidad absoluta de cualquier tema que se nos presente sin dedicarle más que unos pobres minutos al análisis (ni hablemos de "investigación"), y todo eso lo hacemos con una pretendida solvencia que -si lo evaluamos con seriedad- debería darnos pavor... o vergüenza.
¿Qué era entonces lo que antaño nos molestaba de "la caja boba"?, ¿sería realmente lo alienante que podía llegar a ser para la sociedad?. El uso (y abuso) compulsivo que se está haciendo de las plataformas de contenido en la red global, ¿acaso no es alienante?.
¿No sería que lo que realmente nos molestaba de "la caja boba" era que nosotros no podíamos ser parte de quienes estaban "allí adentro"?
BUSCANDO QUE EL OTRO NO ME ENTIENDA
En estos tiempos ha comenzado a tener una trascendencia mucho mayor la lucha de los movimientos por los derechos de sectores sociales históricamente postergados. En particular, los feminismos han destacado en su lucha en pos de la equidad y contra la dominación y la cultura machista imperante durante toda la historia de la humanidad.La causa -lógicamente justa- tiene varios rasgos, mayoritariamente aceptados y compartidos. La sociedad entera ha comenzado a reaccionar ante la aberración de la violencia de género (ejercida casi en exclusividad contra las mujeres), y viene procesando cambios importantes a un ritmo desconocido hasta no hace mucho.
Sin embargo, algunos colectivos feministas prefirieron tomar el camino de la acción directa y arremeten con virulencia contra todo aquello que esté no en consonancia con su prédica. Es así que sus integrantes, frecuentemente toman como lema la frase del tema de los Redonditos de Ricota que dice: "fijate de que lado de la mecha vas a estar".
Esa postura lleva a quienes la asumen a calificar duramente a quien haga lo mínimo que entiendan que está mal y -lejos de intentar el entendimiento de su interlocutor- la emprenden con agravios, descalificaciones y hasta insultos que, como es de esperar, ponen a la defensiva a quien los recibe.
Recientemente en una red social compartí una imagen con una referencia humorística, en la que se hacía una comparación burda de las relaciones humanas hombre-mujer con la adquisición de un vehículo mediante compra o leasing, lo cual me hizo granjear los calificativos de "imbécil" y "alto misógino". Parecería que -para evitar este tipo de situaciones- uno debiera "medir" cada cosa que publica (incluso este posteo), si no quiere ser etiquetado con este tipo de acusación, gratuita e innecesaria.
Durante la última marcha del Día Internacional de la Mujer, en Montevideo, la concurrencia fue la mayor que se recuerde.. Ese día,la principal avenida se desbordó -practicamente- de extremo a extremo con personas de todos los extractos sociales, convicciones políticas y filosóficas, credos religiosos, orientaciones sexuales y de género, etc. En ese contexto, un grupo de mujeres la emprendió con graffitis y "bombas" de pintura contra la fachada de una iglesia católica. Los medios de comunicación -como era de esperarse- dieron una amplia cobertura a ese incidente y -como también era de esperar- los grupos y personas que cuestionan las reivindicaciones de género, utilizaron este hecho para justificar sus posturas. Por su parte, los grupos feministas mostraron su molestia por lo que consideraron una cobertura mediática excesiva de ese hecho, en desmedro del resto de lo que ocurría en la marcha que fue absolutamente pacífica. Se llegó a justificar -además- el accionar de quienes enchastraron la pared del templo, por el rechazo que despierta la institución "Iglesia Católica", por su histórico sostén del status quo machista y por la existencia de sacerdotes pedófilos a su interna (entre otras justificaciones expresadas). Y en todo esto, parecería que a nadie (o a casi nadie) se le dio por pensar que no está bien tomar una acción de ese tipo, entre otras cosas porque agredir a una institución del tipo que sea, es señalar a quienes la integran -directa o indirectamente- como partícipes o cómplices de hechos aberrantes, y porque -además- nada aporta esa muestra gratuita de violencia, a la obtención de los derechos reclamados.
¿Cuál es el objetivo?; ¿se pretende de veras que la sociedad toda entienda que todos los géneros deben tener las mismas oportunidades y deben ser igualmente reconocidos?; ¿o -por el contrario- sólo se pretende que quienes ya entienden que eso es lo ideal lo reafirmen y quienes no lo creen, se reafirmen -a su vez- en sus convicciones contrarias y opuestas?
EL RIESGO DE CAMBIAR DE VEREDA
En el acto central del Día de los Trabajadores del año 2013 Richard Reed (dirigente histórico del sindicato que nuclea a los trabajadores de la bebida), realizó un muy encendido discurso, en el que incitaba a combatir el ausentismo laboral y a los "desclasados". Ese discurso fue ampliamente vitoreado por los asistentes al acto.
Hoy, ese mismo dirigente ha planteado críticas a la dirigencia actual de la central sindical, a ciertas posturas del partido de gobierno y de su política internacional.
Hoy, muchos de quienes aplaudieron a rabiar a Richard Reed en el 2013, lo agravian por haber cometido el imperdonable error de cuestionar (porque justo es decirlo: Reed no agravia, cuestiona). Incluso, algunos, van más allá: critican aquel discurso de Reed que tantos aplausos despertó entonces... y entre medio pasaron apenas cinco años...
Lo único que hizo Richard Reed, fue cuestionar, cuestionarse y -en función de esos cuestionamientos- replantearse su mirada de la realidad y cambiarla.
¿Y es que acaso no es deber de cualquier revolucionario que se precie de tal, cuestionar?; ¿o es que sólo podemos aceptar los cuestionamientos con los que estoy de acuerdo?; ¿desde cuándo quienes nos consideramos de izquierda miramos con recelo a aquel que tiene un punto de vista disidente con la verdad oficial?; ¿cuál es el argumento para que un discurso que nos parecía excelente hace 5 años, ahora nos pueda despertar lo peor?
Me niego a creer que sólo están en lo cierto aquellos que dicen, piensan y hacen lo mismo que yo. Seguramente no comparta su mirada y hasta me pueda costar entenderla, pero como primera medida, sería saludable analizarla en forma crítica y lo más exenta de prejuicios posible.
LA DISCRIMINACIÓN SELECTIVA
Volvamos a lo que se entiende (en la actualidad) por discriminación. En el carnaval de 2013, el grupo de humoristas C4 incluía en su repertorio, un personaje caracterizado por Walter "Cucuzú" Brilka. Dicho personaje ridiculizaba a los homosexuales masculinos y de hecho tenía un nombre significativo: "Gay Man". El recurso humorístico (harto gastado y cuestionable en su efectividad), despertó la indignación de bailarín y coreógrafo Martín Inthamousssu, quien en sus redes sociales hizo una encendida crítica al grupo humorista y a quienes realizaban los roles principales. Nuevamente los medios dieron una exhibición del hecho casi constante durante algunos días, y "Cucuzú" Brilka estuvo saliendo (por cuánto medio pudo) a aclarar que no pretendía agraviar a nadie.Este año, durante la Marcha por Diversidad, el dirigente sindical Pablo Cabrera resolvió desfilar disfrazado de clérigo católico. En esta ocasión fue la iglesia católica (a través de su representante mayor, el Cardenal Sturla) quien mostró su molestia con el episodio y adivinen qué?: los mismos que vieron en la humorada de "Cucuzú" Brilka algo impropio porque el personaje que encarnaba era ofensivo y discriminador para con ciertos individuos de la sociedad, les pareció inofensiva la decisión de Cabrera y hasta "exagerada" la reacción de la iglesia católica y del Cardenal Sturla (y ya de paso, le recordaron los eventos de pedofilia al interior de la iglesia).
¿Cuál es el punto entonces?; ¿es que algo está mal o está bien dependiendo de quién lo realice?, ¿o es que a unos se les puede ofender y denigrar y a otros no?; ¿la ofensa por el uso de recursos agraviantes vale como argumento para los colectivos LGTB y no vale para los miles de creyentes católicos?; ¿un razonamiento así, no es una forma de doble discurso?
EL IDIOMA COMO BARRERA PARA EL ENTENDIMIENTO
En la película "Ocho apellidos vascos", Rafa hace notar a quienes se manifiestan en favor de la independencia, que usar su idioma genera una barrera para que el resto de los españoles entiendan sus reivindicaciones.
Actualmente, muchas personas que apoyan el reconocimiento de los derechos de sectores largamente postergados por toda la sociedad, entienden que es necesario acompañar su lucha también desde ciertos cambios gramaticales, con el argumento de que las formas idiomáticas también son convenciones que ayudan a perpetuar las inequidades de género.
Para ello, desde hace un tiempo hay quienes han fomentado lo que se denomina "lenguaje inclusivo". Se trata ni más ni menos que de suplantar, en las palabras que usualmente señalaban algo en forma genérica, por la letra "x", la letra "e" o el símbolo "@" (por ejemplo: en lugar de escribir o decir: "todos" o "todas", se usa "todxs", "todes" o "tod@s".
El argumento es que la morfología tradicional del idioma español ayuda a perpetuar la cultura machista y el hetero patriarcado.
En general quienes acompañan esta postura, suelen mostrarse como personas que están haciendo la revolución a través de estas prácticas.
Esto ha dado lugar a muchas reacciones. En particular me parece (como a mucha gente) que ese tipo de cambios que se pretenden implantar son aberrantes. No me parece que nazcan como respuesta a necesidades comunicacionales y lejos de promover la equidad, se producen enfrentamientos que terminan opacando el pretendido objetivo de los promotores de esta forma de comunicación.
Se pasa de hablar de equidad a buscar cuál es el modo correcto de comunicarnos, y entre medio hay acusaciones cruzadas de todo tipo, tamaño y color. Se ridiculizan las posturas de unos y otros, llegan los insultos... ¿y el objetivo? ¿me recordás cuál era?.
Otra cosa que no termina de quedar claro, es cuál es el origen primigenio de esos razonamientos (o "esxs razonamientxs", o "eses razonamientes" o "es@s razonamient@s"), y la duda que me genera (porque de eso se trata razonar las cosas, de plantearse dudas), es si será totalmente descabellado pensar que toda esta diatriba del lenguaje inclusivo y esta intolerancia imperante entre quienes pretenden que nos comuniquemos así, y quienes creemos que los cambios lingüísticos se producen en forma natural (no impuesta), no viene orquestada y dirigida desde quienes detentaron, detentan y -seguramente- seguirán detentando el poder... el verdadero... el poder a nivel mundial.
Una vez más, al igual que el razonamiento de Rafa en la película, quizás deberíamos pensar antes de arremeter tan vehementemente: "¿a quién le estamos hablando?"
REFLEXIONES FINALES
MUROS
Parece que -de golpe- el cuerpo, que hasta ese momento llevaba un ritmo sostenido, experimenta un agotamiento que lo lleva a bajar drásticamente su rendimiento y la mente (que venía concentrada y con objetivos claros), empieza a llenarse de dudas.
Todo esto sucede, dentro del mismo cuerpo de un atleta que invirtió semanas, meses (quizás años) de entrenamiento para ese evento, para esa carrera.
Y pese a todo este panorama, el propósito permanece. Aún a ritmo cansino, aún con la mente nublada, las piernas siguen haciendo su parte, los pulmones se siguen expandiendo y contrayendo, el corazón sigue bombeando sangre... la carrera sigue (porque debe seguir), porque lo que cuenta es llegar a la meta.
Se me ocurrió pensar en la cantidad de muros que se nos presentan a lo largo de la vida. Eventos que nos dejan, aparentemente, vacíos de fuerzas, con el razonamiento nublado. Personas y accionares que logran que dudemos de nosotros mismos, de nuestros objetivos, de nuestras metas.
Momentos en los que parece alejarse el horizonte sin que demos un solo paso. Instancias que provocan dolores tan profundos, que casi no podemos hablar de ellos sin que nos vuelvan a doler.
Sentimos que no tenemos fuerza ni ánimo para más nada. Queremos no tener mas fuerza, porque empezamos a temer que -al esforzarnos para dar el siguiente paso- el muro se agrande o (peor aún) haya otro muro más detrás de ese.
Todo parece estar en nuestra contra. Incluso lo que debería estar a nuestro favor. Incluso quienes deberían estar a nuestro lado.
Y empezamos a perder la calma, y miramos a nuestro entorno. Necesitamos sostenernos, apoyarnos en algo, en alguien... necesitamos una señal que nos indique cómo superar el muro.
Eventualmente encontramos aquello que tanto anhelamos, hasta que notamos que (lo que creímos haber hallado) es algo circunstancial, efímero, momentáneo... incluso, en algunos casos, nos lleva a muros peores.
... y seguimos buscando.
Y lo que no sabemos, porque nos sentimos abatidos, agotados, confundidos, exhaustos es que lo que buscamos sigue estando donde siempre estuvo... justo en el mismo lugar que el muro: dentro nuestro, y que todo lo que debemos hacer, es lo mismo que hace el maratonista: seguir corriendo. Confiar en que -pese a todo- llegaremos a la meta. Aún cuando no sepamos bien para qué... aún cuando no podamos siquiera verla.
Después de todo, la maratón es una carrera de fondo que evoca la distancia que recorrió Filípides para anunciar a los arcontes la victoria de los griegos.
Se dice que luego de correr cuarenta y dos kilómetros, ciento noventa y cinco metros, Filípides anunció: "Alegraos, vencimos!", y al decir esto murió luego de dar la noticia que todos esperaban oír.
A correr entonces... y a superar muros, que al llegar a la meta, tendremos (al fin) las buenas noticias que tanto anhelamos.
Regreso a otro sitio
Volví
a encontrarme en esta calma
que no es la misma
(pero es calma
y es lo que importa)
Intenté salir al ruido
lo hice con cierto éxito
y fue ese mismo ruido
el que acabó por agobiarme
Regreso a este refugio
injustamente abandonado
que ya no es el que dejé
ni tiene la misma cara
Gracias por estar aquí
esperando sin saber
firme y en silencio
sólo esperando
Impasible
tranquilo, paciente
incapaz de reproche
sabio en la espera
No sos aquel que creé
ni el que se fue gestando
ni el que podría imaginar
ni el que esperaba
y no esperaba
Igual me recibís
y me arropás
y vuelvo a vos
y volvés a mí
Aunque ya no sea yo
aquel que era
aunque ya no seas vos
quien yo imaginaba
"HOY QUIERO QUE ME MIRES"
Quién podría suponer, que aquel anuncio del 2009 sería la premonición de lo que -ocho años más tarde- sería la conducta compulsiva de la población mundial.
Repasemos un poco. Facebook fue creada en el año 2004 y -en aquel año 2009- recién comenzaba a tomar dimensiones globales (por entonces, apenas superaba los 300 millones de usuarios, muy por debajo de los más de 1500 millones con los que contaba en 2015). Por su parte, Whatsapp recién había sido creada y la aplicación Instagram recién nacería un año más tarde. Twitter también era algo incipiente y -de hecho- era utilizado casi exclusivamente por periodistas y comunicadores.
Podríamos resumir que -por entonces- la población seguía aún teniendo, como medio de comunicación más habitual, el mensaje de texto y -cayendo en desuso- la llamada telefónica.
Todo cambió en muy pocos años. La hiperconectividad ha modificado la forma en que nos comunicamos y ha introducido la noción de que lo que decimos, pensamos y sentimos, por insignificante que sea -analizado en forma objetiva- es digno de compartir al mundo.
Llegamos al día de hoy, en el que no hay evento o suceso del cual nos enteremos, que no sea pasible de ser comentado en las redes sociales, a veces por escrito, generalmente mediante un video.
En general -además- el comentario suele estar aderezado de una carga afectiva importante, ya sea por los pre conceptos que pueda tener el opinante, sus prejuicios, su escala de valores, el contexto geopolítico o social en que se enmarca el suceso comentado, y hasta la intencionalidad que se le quiera imponer a lo que -a priori- es simplemente una opinión más.
Así entonces, en tiempos de corrección política elevada a la enésima potencia, puede resultar excesivo o inentendible que aquello, que hace apenas unos años, era un chascarrillo habitual haya devenido en una expresión insultante y digna de ser condenada. Desde entonces, hacer humor se ha vuelto algo tremendamente difícil, en virtud de las susceptibilidades a flor de piel en la que venimos viviendo e intercambiando.
Por otra parte, y contraviniendo lo recién expresado, empieza a esbozarse una tendencia a la incorrección política, muy adrede, muy chabacana, muy al pedo. Parece que decir cualquier sandez sin montivo y sin otra intención más que transgredir una moda harto cuestionable, es poco menos que ser un fenómeno.
Y lo más desquiciante de ambas conductas (la de la corrección política y la de la incorrección política) es que las dos están buscando -aunque les cueste asumirlo- lo mismo: mostrarse impolutos, absolutamente infalibles, perfectos.
De un lado y del otro nos bombardean con señales todo el tiempo, exaltando y amplificando sus dotes y obviando olímpicamente sus miserias.
Un día ponen un filtro con los colores de la bandera de un país que ha resultado víctima de un ataque terrorista, y con ello dejan a la vista de propios y ajenos su sensibilidad inmensa.
Pocos días después, se enteran de un hecho aberrante provocado por un individuo mayor de 30 años contra un menor y la sensibilidad se convierte en ira: piden pena de muerte y expresan que ellos, si pudieran, tomarían venganza (no justicia, que es para los débiles) con sus propias manos.
Todo se conjuga y se licua en el mar de estímulos que día a día nos bombardean desde todos los lugares posibles... desde todos los lugares comunes.
Al fin y al cabo, qué es lo realmente importante, en un tiempo en que todo es exponerse, mostrarse, exhibirse?. El país bombardeado? La población víctima? La persona abusada o asesinada cruelmente? El castigo que han de recibir los malos? Las políticas que se planifican para mejorar diferentes áreas de la sociedad?
Todo parece indicar que no. Que lo que importa es mostrarnos dignos, sagaces, inteligentes, firmes en nuestras convicciones, sensibles, ocurrentes, etc.
Mostrarnos... todo el tiempo, mostrarnos.
Porque mucho más importante que mejorar el mundo (viejo paradigma de la utopía), lo que ahora se busca, es lo mismo que -involuntariamente- pedía el muchachito del comercial de Coca Cola: "HOY QUIERO QUE ME MIRES"
NO VALE NADA
POR AFEU... POR LA FUERZA DE NUESTRO SINDICATO... TODOS CON LA LISTA 9
En su mundo
Ella en su mundo
juega cual niña y ríe
cose esas sábanas
que para ella no son sábanas
ríe otra vez y corre su mascarilla de oxígeno
para mojar la punta de su dedo
(Debe enhebrar el hilo)
Ella en su mundo
duerme y despierta
y adelgaza día tras día
Ella en su mundo
feliz, frágil, firme
única.