SOBRE VIOLENCIAS Y ESPERANZAS... Y RECUERDOS (QUE SE COLARON)


Hace un par de días, decidí ir de noche a la playa a fotografiar el eclipse lunar conocido como "luna de sangre" (primera mala decisión). Tomé mi bicicleta (segunda mala decisión), algunas cosas y me fui a Playa Malvín. Estuve allí hasta aproximadamente la 1:30 cuando decidí volver a casa. 
A la vuelta (y en una zona catalogada como una de las más peligrosas, me enteré hoy), tres personas me robaron la bicicleta, el celular y la billetera. Además me dieron un fuerte golpe en la cara.

Obviamente fue un momento imposible de calificar en una palabra y cualquier cosa que pueda decir al respecto, será repetido.
Lo que sí me asustó en el momento y me quedó dando vueltas en la cabeza, fue la actitud violenta de quienes me asaltaron.
Pero no fue la única actitud violenta de esa noche, ni de las horas que transcurrieron después.
Tuve que caminar hasta casa unos algunos kilómetros. En el trayecto, viví circunstancias bastante difíciles de entender (un patrullero que no se detuvo, pese a que iba muy ensangrentado y que le hice señas para que lo hiciera), conductores de vehículos que me gritaban burlas, indiferencia general de los transeúntes, etc.
Entre ayer y hoy fui a consultar a profesionales porque no dejaba de sangrar una de mis fosas nasales. Entre la desidia y la falta de contención de los doctores tuve que intentar sacar en concreto qué hacer.
Pero todo este preámbulo es porque toda esta experiencia (la violencia de la situación, la falta de empatía de los doctores, la actitud de la gente, de la policía) me llevó a reflexionar sobre el nivel de agresividad a que hemos arribado.
Y voy a insistir sobre algo que he conversado con otra gente: la agresividad, la violencia.
Porque todo este episiodio (ya de por sí muy violento), despierta -cuando lo cuento- los primeros indicios en la respuestas de los diferentes interlocutores: "son  unos HDP", "están para esa", "hay que andar con un arma". Y eso que a todo quien le relaté lo sucedido, le aclaré de antemano que me hago cargo de mis malas decisiones. Aún así, siempre apelamos a la otredad para no hacernos cargo de nada.
Creo que estamos en problemas, y de los graves. 
Ya no se trata de soluciones mágicas, ni de buscar culpables, ni de acusarnos.

Tenemos problemas y no es acusándonos unos a otros que vamos a encontrar soluciones.
Es violencia no poder ir tranquilo por varios lugares de la ciudad. Es violencia ser asaltado y golpeado. Es violencia caminar cuadras y cuadras y que nadie (salvo el encargado de un estacionamiento, que me permitió entrar a lavarme la cara y las manos) te ayude. Es violencia que un móvil policial, viendo a una persona ensangrentada haciéndole señas no se detenga. Es violencia que en todas esas cuadras uno no vuelva a encontrarse con otro efectivo policial (tratándose además de una de las zonas calificadas como "roja"). Es violencia que el segundo móvil policial que se cruza haya necesitado una explicación pormenorizada para finalmente aceptar traerme hasta mi casa.

Todo eso es violencia.
Y también lo es que prácticamente no te atiendan en un centro de salud, y que -cuando te ve un especialista- se moleste porque lo hayan llamado porque "no era como para llamarme", y luego intente averiguar quién te atendió antes, con la clara intención de increparle.
¿Y saben qué? También es violencia que -en la noche y producto del desvelo por lo sucedido- uno descubra que hay un vecino que en la madrugada ensaya con un instrumento de percusión sin importarle que al otro día muchos de sus vecinos deben trabajar desde temprano; una alarma suene incesantemente durante una hora y a nadie parezca importarle.
Creo que es inevitable y justo pensar: "¿qué nos pasó?". Porque esto no era así. Y no estoy renegando de la vida actual, ni sosteniendo que "todo tiempo pasado fue mejor". Definitivamente no pienso así.
Lo que si percibo es que hemos perdido el concepto del respeto por lo ajeno. Nos hemos comprado al contado la idea de la propiedad privada y -gracias a eso- siempre estamos cuidando nuestros bienes materiales "porque los compré con mucho esfuerzo" (fue lo primero que me dijeron unos cuántos: "la bici... y con el esfuerzo con que la compraste"). Todo lo que no sea nuestro, por no ser de nuestra propiedad no merece nuestro cuidado. 
Y así vamos descuidando todo. Ensuciamos espacios públicos, los rompemos, los maltratamos, no pensamos en quien vive al lado, no tratamos de generar instancias de encuentro con quienes comparten nuestras inquietudes, no cuidamos nada ni nadie que no nos haya costado dinero. Y es tan cruel y violenta esa forma de razonar, que incluso a quienes naturamente sí cuidamos, lo hacemos dándole afecto y además (y cada vez más) cosas.
Y en eso -un poco más, un poco menos- estamos todos.
Porque este deterioro en el relacionamiento social se produjo en forma paulatina pero firme.
Anoche, en mis desvelos por los cambios de apósitos (y mientras escuchaba el tambor y la alarma de los vecinos), hacía un repaso de las cosas violentas que fuimos tolerando alegremente.

"FIJATE DE QUÉ LADO DE LA MECHA VAS A ESTAR"

La frase es de una canción de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, banda legendaria con un líder carismático (Carlos "el Indio" Solari), cuyos recitales provocan verdaderas procesiones de adeptos y convocan un número de gente descomunal que desborda cualquier previsión que se pueda tomar y generan riesgos difíciles de calibrar en lo previo. En una entrevista, el comunicador Mario Pergolini le preguntó al Indio Solari sobre este punto y por qué no hacer varias recitales, y la respuesta del Indio fue que sus fans son así y que no tolerarían sacar entrada para diferentes fechas.
La conclusión a la que arribo es que como los fans del Indio Solari no toleran sacar entradas para diferentes fechas, los pobladores de los lugares donde se realizan los recitales tienen que tolerar que esos mares humanos (entre los que hay de todo como en todas las estructuras numerosas, pre organizadas o no) y sus consecuencias.

Pero la frase de la canción, es evocada por diferentes colectivos (generalmente de protesta), los cuales pretendiendo estar "del lado correcto" de la mecha, acusan (solapadamente o no) a quienes no compartan su forma de ver y de actuar. Estos colectivos, tienden a erigirse en ejemplos para el resto, aunque sean minúsculos y pasen (salvo por sus acciones) absolutamente desapercibidos por la sociedad toda (de todos modos tienen varios clichés auto indulgentes para explicar su composición casi celular). Entonces son capaces de trancar una avenida en defensa de una propiedad ocupada ilegalmente, por su condición de "solidaria"; mezclarse en manifestaciones con una convocatoria masiva y arreglárselas para ser quienes trasciendan en los medios (como en las marchas por los derechos de la mujer); o de manifestarse en contra de una cumbre de países (que ni se enteraran de nada) y -en medio de todo esto- enchastrar locales religiosos, amedrentar comunicadores, romper vehículos, etc.

Lo que nadie reflexiona, es que, estando de un lado o de otro de la mecha, cuando la bomba explota, rompe, hiere y mata todo lo que puede... de un lado y del otro.

¿...Y A LOS QUE NO ESCUCHAMOS A LOS REDONDOS, QUÉ RESPONSABILIDAD NOS CABE?

Eso se podría estar preguntando más de uno. 
Repasen las cosas que han estado consumiendo a través de los medios en los últimos 20 años.
Repasen las letras de Pibes Chorros, Damas Gratis, Shakita La Zorra, si hasta Joaquín Sabina dice en una canción (que por cierto me gusta): "cuando el dealer me dijo que sí, no le dije que no".

Vuelvan a ver en You Tube los videos  de los programas de Tinelli y toda la previa del baile del caño. Y antes de que alguno o alguna me vengan con la época de Olmedo, le diré que no tenía nada que ver y lo explico: quienes veíamos los programas de Olmedo (y otros de la época), teníamos algo bien claro ESO ERA FICCIÓN Y NO SUCEDÍA EN LA REALIDAD
Las cosas que suceden en los programas de Marcelo Tinelli, son una invitación para muchos niños, niñas y adolescentes a intentarlo. Si cuando va algún uruguayo a cualquiera de esos programas las personas gastan lo que sea para votar por teléfono para decir: "Ganó el uruguayo!!! Yo lo voté!!!"


Todo eso se consumió masivamente porque nos parecía divertido. Pues bien, aquella diversión, también es parte de nuestras tribulaciones actuales.
¿Se dan cuenta? En todo eso se empezó a germinar este estado de crispación, de violencia, de intolerancia, de falta de empatía.

¿CUÁL SERÁ EL CAMINO DE REGRESO?

Honestamente no lo sé. Lo desconozco. 
Como tantas otras cosas para las cuales, no tengo respuesta, lo único que tengo es mi esperanza.
Decía Aristóteles que "la esperanza es el sueño del hombre despierto". Bueno, yo sigo soñando despierto.
Pero no me pienso quedar en ello. 

Ahora sí estoy más convencido que nunca que debo enfocarme en mejorar. Y no hablo de mejorar para ganar más dinero, no.
Rodeado de esas tres personas, en esos segundos en que todo se precipita y uno no tiene idea de cómo terminará la escena, pasaron por mi cabeza cuatro personas. 

Fue un flash. Un relámpago. No sé exactamente qué pensé o imaginé, sólo sé que vinieron a mi mente.

Y desde ahí decidí apostar al afecto. Ahora más que nunca.
Ya no esperar fechas para decir lo que siento. Ya no celebrar cuestiones de almanaque. Ya no más eso. 

El momento es cuando nace. Cuando se te pasa por la cabeza "qué será de...". Es ahí, llamá, escribí, hacele saber que estás pensando en esa persona. 
Y no esperes nada. Absolutamente nada.
Disfrutá de eso. Del recuerdo de esa persona. De lo bien que te hace pensarla.
Quizás esa persona no te responda... o quizás sí, y ahí vas a volver a disfrutar. Pero no te pierdas del disfrute de haberla recordado por la mezquindad de esperar una respuesta. No es así como funciona.
Disfrutá. La vida es un segundo, mi amiga entrañable "La Pato" me enseña eso todos los días, después de haber superado algo infinitamente más jodido que lo que me pasó a mí...

... y aunque nunca tuvo gestos especialmente cálidos ni cariñosos... también me lo enseñó mi vieja.  Este posteo lo empecé con una intención bien analítica (lo tenía todo clarito en mi cabeza), y lo termino con el corazón en la mano y con el alma lleno de felicidad por los 85 años que está cumpliendo mi vieja ahora mismo. Ella no podrá mandarme un whatsapp para responderme "gracias mijito", pero yo igual estoy feliz. Un poco machucado por los golpes, pero feliz.

Gracias!!!

RE ENCONTRANDO(ME)

"...tienes que confiar en que los puntos se conectarán alguna vez en el futuro."

Steve Jobs, Universidad de Stanford, 2005



Este post iba a llamarse "BALANCEÁNDOME" (como todos los posteos que solía subir al cierre de cada año). Pero este año, más que de balance, fue de encuentros, desencuentros y reencuentros.
No quiero contarles de los tres, sólo de los últimos: los reencuentros.
A principios de año, volví a encontrarme con el teatro. Con Rafael Núñez, Claudia Sosa, Daniel Sosa y Denise "Ale" Marset encaramos el armado de nuestra versión de "Aeroplanos" (de Carlos Gorostiza) y en ese momento, cuan lejos estaba yo de saber o siquiera sospechar que el teatro me iba a llevar a reencontrarme con tantas emociones lindas y con tanta gente... y entre esa gente, estaba, estoy y estaré yo.

"Si querés saber quién sos, pensá un poco en lo que fuiste
otras vidas que viviste para llegar a ser vos.

Tené presente mi amor, que existís porque exististe
sos hoy el fuego que fuiste, llamita de aquel calor"


Mauricio Rosencof ("El vendedor de reliquias")


En agosto, hicimos una función muy emotiva a la que asistieron mis maestras de quinto y sexto año de escuela: Dalel Casanova y Nelly Fullana. Al final de la obra nos estrechamos en un emocionadísimo abrazo y prometimos encontrarnos para conversar mas tranquilos.
Sobre finales de noviembre, en otra función muy cargada de emociones, Nelly (mi maestra de sexto) nuevamente estaba entre el público, esta vez con "una amiga" que me había anunciado que la acompañaría. Esa "amiga" resultó ser Silvia, mi ex compañera con quien habíamos compartido toda la primaria. Obviamente las emociones volvieron a apoderarse del momento y un cúmulo de imágenes se atropellaron pasando por mi cabeza al ver a esa hermosa mujer que me devolvió a aquella niña sonriente.

Para no extenderme demasiado en detalles innecesarios, sólo diré que el corolario llegó anoche. Nos comunicamos desde hace unas semanas por Whatsapp y finalmente pudimos re encontrarnos un grupo de ex alumnos de la escuela 139 del Barrio Capra, que a principios de los 80 tuvimos a Dalel como maestra de 5to y a Nelly como maestra de 6to... y volvimos a ser niños!!!



Pedro

Pedro, como siempre, fue el anfitrión. Desde niño lo fue... y eso que llegó al grupo en quinto año (junto con las maestras). 
Pedro sigue siendo aquel niño que, aunque se incorporó útlimo al grupo, supo hacerse querer y ser -ciertamente- el centro de muchas de las ocurrencias de entonces. Con esa misma lógica puso a disposición su casa y nos recibió con la calidez que siempre lo caracterizó.
Tiene una familia hermosa, con una compañera digna de la calidez de Pedro: Laura, y una niña divina (Camila), que es como volver a ver a Pedro niño, con el pelo largo.
Cuando Pedro te rodea con sus brazos, uno ya venía pre sintiendo su abrazo, porque Pedro abraza con la mirada y con la sonrisa franca y cálida que es parte inseparable de su persona.



Silvia

Silvia es organizada y organizadora. Todo este re encuentro nació desde ella y no podía haber sido de otro modo.
Ella se encargó de armar el grupo en Whatsapp y de hacerse espacios en su apretadísima agenda para irnos convocando.
Silvia es hermosa, inteligente, cálida y muy graciosa.
Es imposible que Silvia pase desapercibida, ella es un torbellino en marcha y su determinación la precede.
Silvia fue abanderada en la escuela y  -quizás- esa sea la mejor forma de definirla: la abanderada. Ella tomó este reencuentro como una bandera y -aun careciendo de tiempos materiales por sus responsabilidades laborales- defendió esa bandera con todo su corazón.
Silvia es, además, sumamente emotiva. Su sonrisa constante intentó, en todo momento, controlar su emoción al borde de las lágrimas. En apariencia lo consiguió.


Virginia

Con Virginia es una de las pesonas con las que no he perdido el contacto.
Virginia es tremendamente trabajadora, desinhibida y avasallante. Cuando Virginia se propone algo, seguro lo consigue. Es determinada y constante. No se rinde ante nada ni nadie cuando se ha fijado una meta y sabe -sonrisa mediante- dejar claro que tiene un propósito y que no se detendrá hasta alcanzarlo.
Sigue siendo la niña mandonienta y tierna con la que compartimos clases y travesuras desde los seis años hasta bien entradas nuestras respectivas juventudes. Y sigue, además, siendo una amiga hermosa y sincera (al punto de la incomodidad si es necesario), con quien sé que puedo contar en todo momento.



 Anibal Mauro

El compañero con nombre de telenovela: Anibal Mauro (le llamo así porque cada uno le llamamos con uno u otro nombre, no terminamos de coincidir), siempre fue -y sigue siendo- algo introvertido. 
Desde niño se caracterizó por acompañar las correrías de todos sin intentar sobresalir. 
Es respetuoso y parece distante, sin embargo, espera el momento en que "no hay público" para mostrar su lado más emotivo. Anoche, al despedirnos me dio un abrazo tremendamente cálido y me agradeció mi insistencia para que él participara de esta instancia. Fue su modo, sencillo y sincero, de expresar su gratitud por las emociones vividas.



Gabriela

Gabriela es -igual que Anibal Mauro- discreta y silenciosa. Gaby participa pero con cierto grado de modestia.
A Gaby es a quien menos conozco porque -aunque estábamos en la misma clase- no compartíamos grupos de interés, sin embargo recuerdo que no era de las compañeras más "ruidosas" del grupo.
Es muy servicial. Siempre intentó colaborar en la preparación del re encuentro, y siempre lo hizo con un dejo de "perfil bajo". Algo así como "yo estoy pero que no se note mucho".
Es muy trabajadora y basta hablar dos palabras con ella para saber que su familia es su vida.



Sandra



Sandrita es la alegría. Cuando Sandrita ríe, no para.
De niña me parecía sumamente introvertida, ahora parece otra persona. 
Sandrita tiene mil vivencias (algunas muy duras) y aun así no deja de sonreir y de apostar por las cosas lindas. Es también muy trabajadora y da placer escucharla hablar de su familia.
Tiene siempre la emoción a flor de piel y fue (junto con Pedro y Ángela) una de las que volvió a mostrar en su mirada fascinada, la niña de hace casi cuatro décadas. Tiene una memoria increíble de decenas de nombres y sucesos de hace 38 años (que a la mayoría nos cuesta recordar) y una sonrisa que hace desaparecer cualquier malestar.



Ángela


Ángela (o "Angie") sigue siendo ella. Es la misma. Sigue siendo la niña hiper ocurrente, incapaz de pasar desapercibida, noble, cálida, linda, trabajadora y cariñosa que recibimos en cuarto año (según recuerda ella de un modo bastante violento).
Ángela llegó un poco más tarde por sus horarios laborales y se adueñó de la reunión. Pero no lo hizo conscientemente, simplemente sucedió.

Angie llegó, tomó asiento y comenzó a ser ella. Y todo el resto comenzamos a disfrutar a Angie. 
Ángela es madre y abuela con todo su ser. Y además es amiga, compañera, solidaria y honesta como sólo ella sabe ser.
Con Angie sólo hay que dedicarse a disfrutar, porque ella se encargará de no dejar que pases mal.



Teresita (y Nelsa)

Y desde una lejana Barcelona, no podía estar presente, pero no estuvo en ningún momento ausente, Teresita.
Teresita es la continuación de aquella niña delgadita y tierna que nos acompañó en los seis años de primaria, ahora convertida en una hermosa mujer que palpitó todo el preparativo de la reunión como si pudiera teletransportarse y estar entre nosotros en cualquier instante.
No fue necesario. Estuvo y está presente. Ella es parte de nosotros como nosotros somos parte de ella. 
Y además es la única de los ex alumnos que no estuvo sola. Con Teresita y con nosotros siempre está Nelsa, la mamá de Teresita. Nelsa fue en nuestra infancia la cómplice de nuestras travesuras, sin dejar de guiarnos para que no se nos fuera la mano. Nelsa es -junto a nuestras maestras- responsable de mucho de lo bueno que hallamos hecho y vayamos a hacer en nuestras vidas. 
Y Tere es una dignísima hija de Nelsa



Raúl

Ahora me toca intentar mirarme desde fuera y contarles de mí (empresa por demás difícil... casi imposible). 
Quizás lo más certero que tenga para decir de mí y de esta instancia sea algo que expresé a un grupo de amigos cuando me re encontré con ellas dos hace unos meses: soy "un gurí de 10, 11 años encerrado en el cuerpo de un cincuentón que todavía no puede controlar la emoción repasando esos abrazos" 



Dalel

Dalel sigue siendo una hermosa mujer (ayer recordábamos que fue la maestra de la que nos enamoramos todos los varones). 
Siempre parece estar analizando todo. Observa cada situación, cada instante. Parece querer extraer todos los datos posibles para poder plasmarlos en el siguiente tema a enseñar. Dalel es "la maestra", hasta en su forma de caminar.
Sin embargo, detrás de esa imagen que por momentos puede parecer algo distante, hay una persona tremendamente sensible y emotiva que "acumula" sensaciones en su interior, para luego disfrutarlas consigo misma y dar rienda suelta a las emociones sin estridencias.
Dalel (permítanme la digresión personal), siempre vivirá en mí como aquella maestra jovencita que tuvo que contenerme en el momento más duro de mi vida, que me marcó en forma indeleble.
Dalel es Dalel (¿para qué agregar más?).




Nelly

Nelly es la ternura hecha sonrisa. 
Nelly siente (y se le nota). 
Su joven edad y su baja estatura nunca fueron obstáculos para controlar a un grupo de niños (casi adolescentes), muchos de los cuales eran particularmente complicados.
Quien conoce a Nelly, quiere a Nelly. Así de simple.
Nadie puede escapar a su particular forma de ganar el corazón de todo el mundo.
Creo que con Nelly aprendimos que es posible la ternura en la firmeza y la defensa de nuestras convicciones con amabilidad y calidez.
Y al igual que Dalel, marcó nuestras vidas con lo mejor de la suya.


Para cerrar quizás sea oportuno decir como dice la canción: "gracias a la vida, que me ha dado tanto", y seguramente mis ex compañeros de clase y nuestras maestras (porque siguen siendo nuestras maestras), estén de acuerdo con ese cierre.
Pero como "una imágen es mejor que mil palabras", dejemos algunos abrazos que sirvan para graficar una noche perfecta de reencuentros y emociones infinitas.


INCLUSIVE

"Señores y señores que hacen uso de este medie de transporte capitaline, tengan todes ustedes buenes díes.
Con el permise de les obreres del trasporte (el señer conducter y le señore guarde), que tan amablemente me permiten dirigirme a ustedes, paso a entregarles (sin compromise de compre), algo útil y necesarie para tode aquelles que sepan disfrutar de les normes de inclusién que tante bien harén a todes.
Se trate de (ni mas ni menes) el diccionarie inclusive con todes las acepciones que deberíen estarse enseñande en les centres de estudie y les retrógrades que dirigen nuestre educacién no permiten.
El diccionarie viene con ilustraciones e informacién muy clare y

CUANDO BUSCÁS Y NO ENCONTRAS...

¿Viste cuando buscás el celular que dejaste silenciado la noche anterior y se te hace la hora de irte a trabajar?.
Das vuelta las almohadas, las frazadas, las sábanas, la casa... le prendés el cabito de vela al negrito del pastoreo, volvés a timbrar desde el teléfono fijo (no te convencés que está silenciado el maldito bicho)... y los minutos pasan volando, y la hora de irte se te viene encima, y no podés creer que pase tan rapido esa media hora... y pensás "¿cómo mierda voy a saber del mundo sin el celu?".
Volvés a desandar la casa, mirás para todos lados y no hay un puto dato que te ayude a ubicar ese artefacto que tan importante se hizo en tu vida. Todos sabemos que sólo te sirve para matar el tiempo (tiempo muerto ya de por sí), pero al igual que hacemos todos, vos te engañás diciendo que "lo necesito porque así, si le pasa algo a mis hijos puedo enterarme de inmediato"... y sí, en parte eso es cierto. ¿Y quién podría decir que no te entiende con semejante argumento?
Los minutos siguen corriendo, vos seguís desesperando... y el celular sigue sin aparecer... y sigue en silencio. Y esa media hora que tenías a tu favor cuando te levantaste para prepararte una jornada tranqui, se te fue como arena entre los dedos... y pensar que cuando falta media hora para salir de tu trabajo pasa tan lenta.
Esa desesperación todos -un poco más, un poco menos- le hemos padecido. Todos la entendemos perfectamente.

Luisa Cuesta se fue hace dos días. Vivió 98 años. Cuarenta y dos de ellos, se le fueron como tus treinta minutos. Y no buscaba un celular, buscaba a su hijo, que otros habían silenciado del modo más cruel, inhumano e injusto.
Luisa buscó a Nebio en silencio. Sin estridencias, sin insultar a nadie (quizás tuvo ganas alguna vez... y vaya si tenía motivos), sin desesperar, sin prisa y sin pausa.
Luisa buscó caminando, y los años se le fueron como arena entre los dedos, hasta que tuvo que partir (uno quiere creer que finalmente pudo encontrarlo).

Lo triste, lo lamentable, lo que de veras enferma pensarlo es que seguramente a vos todos te entiendan tu malhumor por no haber encontrado tu celular una mañana cualquiera... 
sin embargo hay muchos que siguen sin entender a Luisa y su búsqueda (pucha, que estamos jodidos hermano, eh?)

"¿A quién le estamos pidiendo la independencia?"


En la película "Ocho apellidos vascos" (Dirección: Emilio Martínez Lázaro, 2014), Rafa (el protagonista del film), en su afán por pasar por vasco y así conquistar a Clara (una bellísima muchacha vasca), termina al frente de una manifestación independentista. Por tratarse de un personaje puramente andaluz, desconoce el euskera, y ante el requerimiento de los manifestantes para que la arenga sea en ese dialecto, les replica: "A quién le estamos pidiendo la independencia? A los vascos?. No, a los españoles, si se lo decimos en vasco no se enteran".
Esa pregunta, que forma parte de una escena (enmarcada en una comedia de enredos), y con la cual el protagonista pretende salir de un predicamento al que ha llegado de un modo absolutamente fortuito, no estaría mal que nos la hiciéramos a la hora de plantearnos objetivos.
Si uno quiere obtener algo y no lo expresa (o lo expresa mal), difícilmente tenga éxito. Y -como bien dice Rafa en "Ocho apellidos vascos", quien recibe el mensaje "no se entera".
La pregunta, entonces, es: ¿a quién le estamos hablando cuando hacemos nuestros planteos?; ¿al otro o a nosotros mismos? 


HABLANDO PARA MÍ MISMO

Uno de los errores frecuentes en que se incurre en la actualidad, al elaborar una estrategia comunicacional, radica en pre suponer que quien recibe nuestro mensaje comparte nuestra forma de ver la realidad y de interpretarla.
En la película, los asistentes al mitin por la independencia, siendo ellos vascos, pretendían un discurso en euskera, y el protagonista -haciendo uso de una lógica pura- les hace notar que de ese modo sus reclamos no serían inteligibles para quienes gobiernan España, ya que -muy probablemente- las autoridades no dominen la lengua vasca.
Frecuentemente, no es la lengua lo que constituye una barrera entre el emisor y receptor de un mensaje.
En estos tiempos de virulencia verbal a través de redes sociales, lo que prima es el agravio puro y duro, la comunicación encrespada, el calificativo denigrante, el término peyorativo.
El acceso libre e indiscriminado a formas de comunicación global ha abierto la caja de Pandora, de la que han salido los prejuicios teribles. De ese modo, algo que podría haber significado la democratización del acto comunicacional y de las opiniones divergentes, parece haber mutado en el reino de la descalificación personal: cuando una opinión es diametralmente opuesta a la mía y me quedo sin argumentos para rebatirla, fisgoneo el "perfil" del autor en busca de algún elemento ya no para rebatir la opinión, sino para descalificar al autor, para "matar al mensajero". 
De ese modo mi opinión queda a salvo -ante mí mismo- de los indeseables que me plantean otro modo de ver, divergente, discordante, quizás opuesta a la mía, y mi auto complacencia a salvo.
Mi discurso es el mejor... para mí.


DE "LA CAJA BOBA" A "LA PANTALLA TÁCTIL PERMISIVA"

En tiempos en que la televisión era el centro de atención (y hasta de encuentro) de toda la familia, quienes nos considerábamos intelectualmente aventajados solíamos llamarle "la caja boba". Entendíamos que quienes permanecían embelsados frente a la pantalla de tv viendo, uno tras otro, los contenidos que de ella emanaban, estaban haciendo un uso -por lo menos- discutible de su tiempo de ocio, dejando por el camino el disfrute de un buen libro, de un debate esclarecedor o de otras actividades enriquecedoras, gratificantes y (justo es decirlo), nutritivas para nuestro ego y para la imágen de intelectual que pretendíamos proyectar. 
Cuestionábamos a quienes se exhibían en la tv por su falta de seriedad, por su casi ausencia de espíritu crítico, por su banalidad intelectual. 
Pues bien, hoy "la caja boba" prácticamente quedó en el olvido, y las nuevas plataformas de contenidos han dado paso a otros modos de consumo audiovisual infinitamente más compulsivos y adictivos; y también han suplantado, casi en su totalidad, a la lectura (ni hablemos de los debates, de los cuales, habría que adjuntar la definición para buena parte de las nuevas generaciones).
Hoy vivimos el reinado de  "la pantalla táctil permisiva", por intermedio de ella consumimos todo tipo de contenidos y comentamos la mayor cantidad posible de eventos de toda índole. Nos sentimos "El hombre universal" de Da Vinci. Hablamos con una impunidad absoluta de cualquier tema que se nos presente sin dedicarle más que unos pobres minutos al análisis (ni hablemos de "investigación"), y todo eso lo hacemos con una pretendida solvencia que -si lo evaluamos con seriedad- debería darnos pavor... o vergüenza.
¿Qué era entonces lo que antaño nos molestaba de "la caja boba"?, ¿sería realmente lo alienante que podía llegar a ser para la sociedad?. El uso (y abuso) compulsivo que se está haciendo de las plataformas de contenido en la red global, ¿acaso no es alienante?.
¿No sería que lo que realmente nos molestaba de "la caja boba" era que nosotros no podíamos ser parte de quienes estaban "allí adentro"?


BUSCANDO QUE EL OTRO NO ME ENTIENDA

En estos tiempos ha comenzado a tener una trascendencia mucho mayor la lucha de los movimientos por los derechos de sectores sociales históricamente postergados. En particular, los feminismos han destacado en su lucha en pos de la equidad y contra la dominación y la cultura machista imperante durante toda la historia de la humanidad.
La causa -lógicamente justa- tiene varios rasgos, mayoritariamente aceptados y compartidos. La sociedad entera ha comenzado a reaccionar ante la aberración de la violencia de género (ejercida casi en exclusividad contra las mujeres), y viene procesando cambios importantes a un ritmo desconocido hasta no hace mucho.
Sin embargo, algunos colectivos feministas prefirieron tomar el camino de la acción directa y arremeten con virulencia contra todo aquello que esté no en consonancia con su prédica. Es así que sus integrantes, frecuentemente toman como lema la frase del tema de los Redonditos de Ricota que dice: "fijate de que lado de la mecha vas a estar". 
Esa postura lleva a quienes la asumen a calificar duramente a quien haga lo mínimo que entiendan que está mal y -lejos de intentar el entendimiento de su interlocutor- la emprenden con agravios, descalificaciones y hasta insultos que, como es de esperar, ponen a la defensiva a quien los recibe. 
Recientemente en una red social compartí una imagen con una referencia humorística, en la que se hacía una comparación burda de las relaciones humanas hombre-mujer con la adquisición de un vehículo mediante compra o leasing, lo cual me hizo granjear los calificativos de "imbécil" y "alto misógino". Parecería que -para evitar este tipo de situaciones- uno debiera "medir" cada cosa que publica (incluso este posteo), si no quiere ser etiquetado con este tipo de acusación, gratuita e innecesaria.
Durante la última marcha del Día Internacional de la Mujer, en Montevideo, la concurrencia fue la mayor que se recuerde.. Ese día,la principal avenida se desbordó -practicamente- de extremo a extremo con personas de todos los extractos sociales, convicciones políticas y filosóficas, credos religiosos, orientaciones sexuales y de género, etc. En ese contexto, un grupo de mujeres la emprendió con graffitis y "bombas" de pintura contra la fachada de una iglesia católica. Los medios de comunicación -como era de esperarse- dieron una amplia cobertura a ese incidente y -como también era de esperar- los grupos y personas que cuestionan las reivindicaciones de género, utilizaron este hecho para justificar sus posturas. Por su parte, los grupos feministas mostraron su molestia por lo que consideraron una cobertura mediática excesiva de ese hecho, en desmedro del resto de lo que ocurría en la marcha que fue absolutamente pacífica. Se llegó a justificar -además- el accionar de quienes enchastraron la pared del templo, por el rechazo que despierta la institución "Iglesia Católica", por su histórico sostén del status quo machista y por la existencia de sacerdotes pedófilos a su interna (entre otras justificaciones expresadas). Y en todo esto, parecería que a nadie (o a casi nadie) se le dio por pensar que no está bien tomar una acción de ese tipo, entre otras cosas porque agredir a una institución del tipo que sea, es señalar a quienes la integran -directa o indirectamente- como partícipes o cómplices de hechos aberrantes, y porque -además- nada aporta esa muestra gratuita de violencia, a la obtención de los derechos reclamados.
¿Cuál es el objetivo?; ¿se pretende de veras que la sociedad toda entienda que todos los géneros deben tener las mismas oportunidades y deben ser igualmente reconocidos?; ¿o -por el contrario- sólo se pretende que quienes ya entienden que eso es lo ideal lo reafirmen y quienes no lo creen, se reafirmen -a su vez- en sus convicciones contrarias y opuestas?

EL RIESGO DE CAMBIAR DE VEREDA






En el acto central del Día de los Trabajadores del año 2013 Richard Reed (dirigente histórico del sindicato que nuclea a los trabajadores de la bebida), realizó un muy encendido discurso, en el que incitaba a combatir el ausentismo laboral y a los "desclasados". Ese discurso fue ampliamente vitoreado por los asistentes al acto. 
Hoy, ese mismo dirigente ha planteado críticas a la dirigencia actual de la central sindical, a ciertas posturas del partido de gobierno y de su política internacional.
Hoy, muchos de quienes aplaudieron a rabiar a Richard Reed en el 2013, lo agravian por haber cometido el imperdonable error de cuestionar (porque justo es decirlo: Reed no agravia, cuestiona). Incluso, algunos, van más allá: critican aquel discurso de Reed que tantos aplausos despertó entonces... y entre medio pasaron apenas cinco años...
Lo único que hizo Richard Reed, fue cuestionar, cuestionarse y -en función de esos cuestionamientos- replantearse su mirada de la realidad y cambiarla.
¿Y es que acaso no es deber de cualquier revolucionario que se precie de tal, cuestionar?; ¿o es que sólo podemos aceptar los cuestionamientos con los que estoy de acuerdo?; ¿desde cuándo quienes nos consideramos de izquierda miramos con recelo a aquel que tiene un punto de vista disidente con la verdad oficial?; ¿cuál es el argumento para que un discurso que nos parecía excelente hace 5 años, ahora nos pueda despertar lo peor? 
Me niego a creer que sólo están en lo cierto aquellos que dicen, piensan y hacen lo mismo que yo. Seguramente no comparta su mirada y hasta me pueda costar entenderla, pero como primera medida, sería saludable analizarla en forma crítica y lo más exenta de prejuicios posible.


LA DISCRIMINACIÓN SELECTIVA

Volvamos a lo que se entiende (en la actualidad) por discriminación. En el carnaval de 2013, el grupo de humoristas C4 incluía en su repertorio, un personaje caracterizado por Walter "Cucuzú" Brilka. Dicho personaje ridiculizaba a los homosexuales masculinos y de hecho tenía un nombre significativo: "Gay Man".  El recurso humorístico (harto gastado y cuestionable en su efectividad), despertó la indignación de bailarín y coreógrafo Martín Inthamousssu, quien en sus redes sociales hizo una encendida crítica al grupo humorista y a quienes realizaban los roles principales. Nuevamente los medios dieron una exhibición del hecho casi constante durante algunos días, y "Cucuzú" Brilka estuvo saliendo (por cuánto medio pudo) a aclarar que no pretendía agraviar a nadie.
Este año, durante la Marcha por Diversidad, el dirigente sindical Pablo Cabrera resolvió desfilar disfrazado de clérigo católico. En esta ocasión fue la iglesia católica (a través de su representante mayor, el Cardenal Sturla) quien mostró su molestia con el episodio y adivinen qué?: los mismos que vieron en la humorada de "Cucuzú" Brilka algo impropio porque el personaje que encarnaba era ofensivo y discriminador para con ciertos individuos de la sociedad, les pareció inofensiva la decisión de Cabrera y hasta "exagerada" la reacción de la iglesia católica y del Cardenal Sturla (y ya de paso, le recordaron los eventos de pedofilia al interior de la iglesia). 
¿Cuál es el punto entonces?; ¿es que algo está mal o está bien dependiendo de quién lo realice?, ¿o es que a unos se les puede ofender y denigrar y a otros no?; ¿la ofensa por el uso de recursos agraviantes vale como argumento para los colectivos LGTB y no vale para los miles de creyentes católicos?; ¿un razonamiento así, no es una forma de doble discurso?


EL IDIOMA COMO BARRERA PARA EL ENTENDIMIENTO



En la película "Ocho apellidos vascos", Rafa hace notar a quienes se manifiestan en favor de la independencia, que usar su idioma genera una barrera para que el resto de los españoles entiendan sus reivindicaciones.
Actualmente, muchas personas que apoyan el reconocimiento de los derechos de sectores largamente postergados por toda la sociedad, entienden que es necesario acompañar su lucha también desde ciertos cambios gramaticales, con el argumento de que las formas idiomáticas también son convenciones que ayudan a perpetuar las inequidades de género.
Para ello, desde hace un tiempo hay quienes han fomentado lo que se denomina "lenguaje inclusivo". Se trata ni más ni menos que de suplantar, en las palabras que usualmente señalaban algo en forma genérica, por la letra "x", la letra "e" o el símbolo "@" (por ejemplo: en lugar de escribir o decir: "todos" o "todas", se usa "todxs", "todes" o "tod@s".
El argumento es que la morfología tradicional del idioma español ayuda a perpetuar la cultura machista y el hetero patriarcado.
En general quienes acompañan esta postura, suelen mostrarse como personas que están haciendo la revolución a través de estas prácticas.
Esto ha dado lugar a muchas reacciones. En particular me parece (como a mucha gente) que ese tipo de cambios que se pretenden implantar son aberrantes. No me parece que nazcan como respuesta a necesidades comunicacionales y lejos de promover la equidad, se producen enfrentamientos que terminan opacando el pretendido objetivo de los promotores de esta forma de comunicación.
Se pasa de hablar de equidad a buscar cuál es el modo correcto de comunicarnos, y entre medio hay acusaciones cruzadas de todo tipo, tamaño y color. Se ridiculizan las posturas de unos y otros, llegan los insultos... ¿y el objetivo? ¿me recordás cuál era?.
Otra cosa que no termina de quedar claro, es cuál es el origen primigenio de esos razonamientos (o "esxs razonamientxs", o "eses razonamientes" o "es@s razonamient@s"), y la duda que me genera (porque de eso se trata razonar las cosas, de plantearse dudas), es si será totalmente descabellado pensar que toda esta diatriba del lenguaje inclusivo y esta intolerancia imperante entre quienes pretenden que nos comuniquemos así, y quienes creemos que los cambios lingüísticos se producen en forma natural (no impuesta), no viene orquestada y dirigida desde quienes detentaron, detentan y -seguramente- seguirán detentando el poder... el verdadero... el poder a nivel mundial.
Una vez más, al igual que el razonamiento de Rafa en la película, quizás deberíamos pensar antes de arremeter tan vehementemente: "¿a quién le estamos hablando?"

REFLEXIONES FINALES

Después de pensar en estos acontecimientos y en la forma en que ciertos colectivos y sus integrantes están reaccionando, creo que se empieza a vislumbrar cierta explicación a la violencia imperante en la sociedad, al mismo tiempo que se comienza a comprender que la antigua lógica de "divide e imperarás", sigue teniendo absoluta vigencia.
De hecho, el poder (y sus integrantes), asisten callados y atentos a todas estas manifestaciones de intolerancia social generalizada, ya que a ellos, la fragmentación social (justificada desde la auto percepción de que cada uno de nosotros estamos en la vereda correcta y tenemos -ya no sólo el derecho- la obligación de denostar al "otro") les es altamente redituable, porque mientras todos están haciendo el discurso para sí mismos y para quienes ya los acompañan, ellos (quienes están en el poder), siguen manejando los hilos de nosotros (pobres remedos de revolucionarios), como las marionetas que demostramos ser, al reaccionar a los estímulos que esos mismos poderosos ponen en nuestras pantallas táctiles y en nuestros dispositivos inteligentes.
Quizás algún glorioso día nos preguntemos (como lo hizo Rafa en "Ocho apellidos vascos"): ¿A quién le estamos pidiendo la independencia?

MUROS

Dicen que los corredores de maratón sufren -casi siempre, en determinado momento de la carrera- un episodio conocido como "el muro".
Parece que -de golpe- el cuerpo, que hasta ese momento llevaba un ritmo sostenido, experimenta un agotamiento que lo lleva a bajar drásticamente su rendimiento y la mente (que venía concentrada y con objetivos claros), empieza a llenarse de dudas.
Todo esto sucede, dentro del mismo cuerpo de un atleta que invirtió semanas, meses (quizás años) de entrenamiento para ese evento, para esa carrera.
Y pese a todo este panorama, el propósito permanece. Aún a ritmo cansino, aún con la mente nublada, las piernas siguen haciendo su parte, los pulmones se siguen expandiendo y contrayendo, el corazón sigue bombeando sangre... la carrera sigue (porque debe seguir), porque lo que cuenta es llegar a la meta.
Se me ocurrió pensar en la cantidad de muros que se nos presentan a lo largo de la vida. Eventos que nos dejan, aparentemente, vacíos de fuerzas, con el razonamiento nublado. Personas y accionares que logran que dudemos de nosotros mismos, de nuestros objetivos, de nuestras metas.
Momentos en los que parece alejarse el horizonte sin que demos un solo paso. Instancias que provocan dolores tan profundos, que casi no podemos hablar de ellos sin que nos vuelvan a doler.
Sentimos que no tenemos fuerza ni ánimo para más nada. Queremos no tener mas fuerza, porque empezamos a temer que -al esforzarnos para dar el siguiente paso- el muro se agrande o (peor aún) haya otro muro más detrás de ese.
Todo parece estar en nuestra contra. Incluso lo que debería estar a nuestro favor. Incluso quienes deberían estar a nuestro lado.
Y empezamos a perder la calma, y miramos a nuestro entorno. Necesitamos sostenernos, apoyarnos en algo, en alguien... necesitamos una señal que nos indique cómo superar el muro.
Eventualmente encontramos aquello que tanto anhelamos, hasta que notamos que (lo que creímos haber hallado) es algo circunstancial, efímero, momentáneo... incluso, en algunos casos, nos lleva a muros peores.
... y seguimos buscando.
Y lo que no sabemos, porque nos sentimos abatidos, agotados, confundidos, exhaustos es que lo que buscamos sigue estando donde siempre estuvo... justo en el mismo lugar que el muro: dentro nuestro, y que todo lo que debemos hacer, es lo mismo que hace el maratonista: seguir corriendo.  Confiar en que -pese a todo- llegaremos a la meta. Aún cuando no sepamos bien para qué... aún cuando no podamos siquiera verla.
Después de todo, la maratón es una carrera de fondo que evoca la distancia que recorrió Filípides para anunciar a los arcontes la victoria de los griegos.
Se dice que luego de correr cuarenta y dos kilómetros, ciento noventa y cinco metros, Filípides anunció: "Alegraos, vencimos!", y al decir esto murió luego de dar la noticia que todos esperaban oír.
A correr entonces... y a superar muros, que al llegar a la meta, tendremos (al fin) las buenas noticias que tanto anhelamos.

Regreso a otro sitio

Volví
a encontrarme en esta calma
que no es la misma
(pero es calma
y es lo que importa)

Intenté salir al ruido
lo hice con cierto éxito
y fue ese mismo ruido
el que acabó por agobiarme

Regreso a este refugio
injustamente abandonado
que ya no es el que dejé
ni tiene la misma cara

Gracias por estar aquí
esperando sin saber
firme y en silencio
sólo esperando

Impasible
tranquilo, paciente
incapaz de reproche
sabio en la espera

No sos aquel que creé
ni el que se fue gestando
ni el que podría imaginar
ni el que esperaba
y no esperaba

Igual me recibís
y me arropás
y vuelvo a vos
y volvés a mí

Aunque ya no sea yo
aquel que era
aunque ya no seas vos
quien yo imaginaba

"HOY QUIERO QUE ME MIRES"

Hace ya unos años, el refresco de mayor consumo a nivel mundial, lanzaba una publicidad en la que -por accidente- un teenager cantando y bailando sólo en su casa (como hemos hecho todos o casi todos alguna vez), hacía pública a través de una conexión involuntaria a internet, su cancioncita tonta, pegadiza y -aparentemente- inocua.
Quién podría suponer, que aquel anuncio del 2009 sería la premonición de lo que -ocho años más tarde- sería la conducta compulsiva de la población mundial.
Repasemos un poco. Facebook fue creada en el año 2004 y -en aquel año 2009- recién comenzaba a tomar dimensiones globales (por entonces, apenas superaba los 300 millones de usuarios, muy por debajo de los más de 1500 millones con los que contaba en 2015). Por su parte, Whatsapp recién había sido creada y la aplicación Instagram recién nacería un año más tarde. Twitter también era algo incipiente y -de hecho- era utilizado casi exclusivamente por periodistas y comunicadores.
Podríamos resumir que -por entonces- la población seguía aún teniendo, como medio de comunicación más habitual, el mensaje de texto y -cayendo en desuso- la llamada telefónica.
Todo cambió en muy pocos años. La hiperconectividad ha modificado la forma en que nos comunicamos y ha introducido la noción de que lo que decimos, pensamos y sentimos, por insignificante que sea -analizado en forma objetiva- es digno de compartir al mundo.
Llegamos al día de hoy, en el que no hay evento o suceso del cual nos enteremos, que no sea pasible de ser comentado en las redes sociales, a veces por escrito, generalmente mediante un video.
En general -además- el comentario suele estar aderezado de una carga afectiva importante, ya sea por los pre conceptos que pueda tener el opinante, sus prejuicios, su escala de valores, el contexto geopolítico o social en que se enmarca el suceso comentado, y hasta la intencionalidad que se le quiera imponer a lo que -a priori- es simplemente una opinión más.
Así entonces, en tiempos de corrección política elevada a la enésima potencia, puede resultar excesivo o inentendible que aquello, que hace apenas unos años, era un chascarrillo habitual haya devenido en una expresión insultante y digna de ser condenada. Desde entonces, hacer humor se ha vuelto algo tremendamente difícil, en virtud de las susceptibilidades a flor de piel en la que venimos viviendo e intercambiando.
Por otra parte, y contraviniendo lo recién expresado, empieza a esbozarse una tendencia a la incorrección política, muy adrede, muy chabacana, muy al pedo.  Parece que decir cualquier sandez sin montivo y sin otra intención más que transgredir una moda harto cuestionable, es poco menos que ser un fenómeno.
Y lo más desquiciante de ambas conductas (la de la corrección política y la de la incorrección política) es que las dos están buscando -aunque les cueste asumirlo- lo mismo: mostrarse impolutos, absolutamente infalibles, perfectos.
De un lado y del otro nos bombardean con señales todo el tiempo, exaltando y amplificando sus dotes y obviando olímpicamente sus miserias.
Un día ponen un filtro con los colores de la bandera de un país que ha resultado víctima de un ataque terrorista, y con ello dejan a la vista de propios y ajenos su sensibilidad inmensa.
Pocos días después, se enteran de un hecho aberrante provocado por un individuo mayor de 30 años contra un menor y la sensibilidad se convierte en ira: piden pena de muerte y expresan que ellos, si pudieran, tomarían venganza (no justicia, que es para los débiles) con sus propias manos.
Todo se conjuga y se licua en el mar de estímulos que día a día nos bombardean desde todos los lugares posibles... desde todos los lugares comunes.
Al fin y al cabo, qué es lo realmente importante, en un tiempo en que todo es exponerse, mostrarse, exhibirse?. El país bombardeado? La población víctima? La persona abusada o asesinada cruelmente? El castigo que han de recibir los malos? Las políticas que se planifican para mejorar diferentes áreas de la sociedad?
Todo parece indicar que no. Que lo que importa es mostrarnos dignos, sagaces, inteligentes, firmes en nuestras convicciones, sensibles, ocurrentes, etc.
Mostrarnos... todo el tiempo, mostrarnos.
Porque mucho más importante que mejorar el mundo (viejo paradigma de la utopía), lo que ahora se busca, es lo mismo que -involuntariamente- pedía el muchachito del comercial de Coca Cola: "HOY QUIERO QUE ME MIRES"


NO VALE NADA

Cuando todo vale
no vale nada
ni el calor de una tierna mirada
ni la inocencia en ella reflejada
tras unas gafas celestes, inocentes
tras una niña que sonríe, que siente
tras la familia que busca, latente
y la sociedad que se enferma, 
y que se miente

Si todo vale
no vale nada
ni esperar la noticia esperada
ni la ilusión, rota, desangrada
ni la luz, ahora apagada
ni la bronca, ni el dolor
no vale nada

#Brissa

POR AFEU... POR LA FUERZA DE NUESTRO SINDICATO... TODOS CON LA LISTA 9

En abril se van a cumplir 25 años desde que ingresé a la Corte Electoral. 
En aquel lejano 1992, el sindicato casi no funcionaba. Era difícil sacudir ciertas rutinas de los funcionarios electorales de entonces, muchos de los cuales habían ingresado al organismo mediante mecanismos arbitrarios, razón por la cual preferían buscar la solución a sus problemas laborales hablando con "su ministro" (el mismo le que conseguía prebendas varias y -por supuesto- muchas horas extras).
Quien no "tuviera" un ministro, dependía de simpatías de sus jerarcas inmediatos para conseguir algún "beneficio".
No había mucha conciencia de la lucha colectiva, mucho menos había una percepción clara de la necesidad de la herramienta sindical para la conquista de derechos laborales y la distribución equitativa de los recursos.
Aún así, había un grupo de compañeros que desde hacía tiempo venían procurando que nuestra AFEU no terminara de caer.
No tengo intención de hacer pudridora esta nota, contando las innumerables anecdotas de la Rendición de Cuentas de ese año, ni la etapa en la que AFEU fue FFCE (Federación de Funcionarios de la Corte Electoral), ni tantas otras cosas.
Pero quiero contarles a muchos que no vivieron esa época, que las Asambleas de nuestro sindicato se realizaban en la calle, frente al edificio de la Corte Electoral y -en varias ocaciones- en el edificio de la Corte Electoral propiamente dicho (en la escalera que queda detrás del ascensor). Como imaginarán, de dichas Asambleas se sabía todo al instante en el 5to. piso (con lujo de detalles, que incluía la lista de los funcionarios "de tal ministro", los cuales, en no pocas ocasiones, pasaban a tener en el despacho de dicho ministro calidad de "filiación dudosa").
Luego, cuando dichas Asambleas fueron incómodas para muchas partes (autoridades, sindicato, alcahuetes, etc), hubo que buscar un lugar en el cual podernos reunir para seguir proponiendo y discutiendo nuestras inquietudes, la invalorable solidaridad de los compañeros de SUANP (hoy SUPRA) fue clave para seguir luchando. ellos nos permitían usar sus instalaciones sin condición alguna.
Por esa época casi no se nos ocurría pensar en tener un local propio en el que celebrar nuestras Asambleas, con espacio para que se reuniera la Comisión Directiva. No existían los fueros sindicales. A las sucesivas comisiones directivas se les dificultaba mucho hacer el cobro de la cuota sindical, porque no se hacía el descuento directamente del salario.
Hasta que a aquel grupo de compañeros que seguían manteniendo la llama viva de nuestro sindicato, se le fue acercando gente que había ingresado más recientemente y -poquito a poco- revitalizaron la Agrupación 9 de enero, apostando a los mismos principios de quienes fueron fundadores de AFEU, dejando de lado toda distinción político partidaria o filosófica, y reafirmando que ante todo nos une nuestra condición de TRABAJADORES ELECTORALES.
Y las sucesivas luchas fueron dando frutos: los compañeros de más experiencia en el organismo comenzaron a reconocer en la unión, en la herramienta sindical, en la lucha con y por todos un camino a seguir. Y los que ingresaban veían un sindicato cada vez más fortalecido al que les atraía unirse y colaborar.
Llegó el momento en que -finalmente- se pudo llegar a tener nuestro local sindical. Entonces muchos cuestionaron la oportunidad, pero la historia terminó demostrando que era más que necesario para muchísimas cosas que allí se gestaron.
También llegó el reconocimiento de la labor sindical, otorgando fueros a los compañeros que de un modo u otro colaboran con la enorme cantidad de tareas que se deben realizar cuando un sindicato tiene objetivos claros y compromiso absoluto con aquellos a quienes representa.
En el año 2007, comenzó una larguísima lucha, con un proyecto (que entonces se le llamó PLUS), apuntando a lograr mayor equidad en las posibilidades de todos los funcionarios electorales (sobre todo a quienes trabajan en el interior, que hasta entonces eran los más perjudicados), además se apostó fuertemente a una retribución mayor para la totalidad de los funcionarios, sin necesidad de pasar largas jornadas en nuestros lugares de trabajo (y descuidando otros aspectos de nuestras vidas) y a todo eso, además, se le incluyó compromisos de gestión de parte del funcionariado, lo cual redundaba en mayor jerarquización de nuestra tarea, demostrando que lo que se proponía no era algo caprichoso ni sin contra partida.
Aquel "Proyecto Plus" tuvo idas y vueltas. Todos quienes estábamos esperanzados y pendientes de sus avatares, vimos diluirse nuestras ilusiones y en más de una ocasión caímos en la desesperanza. Todos... menos los compañeros que integraron las sucesivas directivas desde ese 2007. Ellos se encargaron una y otra vez de levantarnos y de demostrarnos que había otro camino, y otro, y otro, y otro.
Ellos soportaron que las autoridades del organismo los ningunearan. Incluso que se negaran directamente a recibirlos. 
Soportaron que mientras esas autoridades ni siquiera los recibían, algunos que integraban la Comisión Directiva en el 2010, publicaran fotitos en las redes sociales sonriendo con una de esas autoridades en una actividad político partidaria (y ahora, por si fuera poco, integra la lista opositora).
Soportaron quedar solos, luchando contra viento y marea. Pasando horas, días enteros fuera de sus hogares (de eso doy fe, en alguna ocasión colaboré con ellos y me llamaban a las 23:50 para pedirme que diseñara un afiche, pues ellos estaban en el Palacio Legislativo esperando por un legislador).
Y llegaron nuevos compañeros, con el mismo compromiso para con la lucha sindical. Y se sumaron a la Agrupación 9 de enero. Dejaron -lógicamente- de lado sus colores partidarios y pusieron manos a la obra. Demostraron lo que valen y no abandonaron el barco (y creanme, estoy prácticamente seguro que en más de una ocasión se les debe haber cruzado por su cabeza).
Hoy, el Nuevo Sistema Retributivo es una realidad. Aquella lucha que comenzó en el 2007 se cristalizó en esta enorme conquista. Pero ellos saben que cuando se conquista un derecho, otros retos vienen detrás. Así que ya están proyectando nuevas ideas y recibiendo aquellas que queramos volcar, para evaluarlas y -si corresponde- comenzar a buscar el modo de ponerlas en práctica.

SALUD A LA COMISIÓN DIRECTIVA DE NUESTRA AFEU.

GRACIAS A LOS COMPAÑEROS LÍA VINCI, LUIS FERRARI, FERNANDO LOZANO, JUAN PABLO RODIGARI, GONZALO CASTELLANOS, ALDO SCARPA, CAROLINA DÍAZ Y A TODOS LOS COMPAÑEROS QUE PARTICIPARON DIRECTA O INDIRECTAMENTE EN ESTA CONQUISTA QUE HOY NOS LLENA DE ORGULLO Y ESPERANZA.

TENEMOS UN SINDICATO FORTALECIDO. ES RESPONSABILIDAD DE TODOS NOSOTROS CUIDARLO PARA QUE NO VUELVA A PARECERSE A AQUEL DEL AÑO 92.

EL 14 DE DICIEMBRE, SIN DUDA ALGUNA, VOTO LA LISTA 9 DE LA AGRUPACIÓN 9 DE ENERO!!!!

En su mundo

Ella en su mundo
juega cual niña y ríe
cose esas sábanas
que para ella no son sábanas
ríe otra vez y corre su mascarilla de oxígeno
para mojar la punta de su dedo
(Debe enhebrar el hilo)

Ella en su mundo
duerme y despierta
y adelgaza día tras día

Ella en su mundo
feliz, frágil, firme
única.

LA VIOLENCIA NO ES UN TEMA MENOR

La sociedad, nuestra sociedad, está violenta... muy violenta.
Todos los días tenemos noticias violentas, las vemos, las vivimos, las sufrimos.
Parece que todos estamos crispados. Al primer estímulo reaccionamos con violencia, con furia.
Reacciona el conductor que tuvo que hacer una maniobra inesperada porque otro conductor no respetó una señal. Reacciona la señora en el supermercado porque el precio que le cobran en la caja difiere del que ella vio en la góndola.  Reacciona el adulto mayor cuando sube al ómnibus y nadie le cede su asiento, también reacciona el pasajero que pretende bajar en una parada y el conductor no se detiene.
Todos reaccionan y todos con violencia.
En los informativos, los espacios dedicados a los hechos violentos son jugosamente explotados por los dueños de los medios. Hablar de "la inseguridad" es redituable. Las empresas que instalan alarmas, portones eléctricos, cercas electrificadas, servicios de vigilancia, cámaras de seguridad y otros tantos insumos vuelcan unos cuántos dividendos en ese horario. Lo hacen porque saben que la sensación de vulnerabilidad que sufren las personas, en ese horario se incrementa luego de ver cómo arrebataron a una persona, cómo rompieron una reja para ingresar a un domicilio, cómo se balearon con la policía, como golpearon a un trabajador... todo con la musiquita dramática que aumente la carga emotiva que -ya de por sí- tienen todos esos episodios.
En estos días, un trabajador del transporte (un taxista) fue baleado y finalmente falleció ayer.
Lógicamente, la sociedad ha reprobado esta acción y los sindicatos del transporte están llevando a cabo una medida de paro general.
Es obvio que debemos reflexionar sobre cómo detener esta vorágine de violencia que nos está ganando por goleada.
Ya sabemos que no es con reacciones a la par de la violencia que se vive. Creo que tampoco es con sarcasmo ni con utilización politiquera de los hechos violentos, red social mediante.
Lo digo porque a a raíz del asesinato del taxista, y del trascendido de prensa en el que se informa que la policía busca a un menor de 17 años que estaría involucrado en el mismo, veo en las redes sociales a muchos que se autoadjudican el título de "demócratas", reaccionado contra los menores y contra quienes entendimos que bajar la edad de imputabilidad no era el camino por el cual transitar hacia posibles soluciones a tanta violencia.
Y es terrible, porque en lugar de buscar poner un poco de pienso al tema, utilizan el sarcasmo y la ironía, demostrando lo poco que les importa la violencia, la vida del trabajador, el dolor de su familia o cualquier extremo de los que de veras importan.
Lo único sobre lo que demuestran interés, es sobre una decisión que la gente tomó en forma absolutamente democrática. Y cuando uno interviene en esa publicación, haciéndoles ver que están actuando de un modo muy triste y pobre; y que cuando los menores son vulnerados en su derecho, poco o nada hacen; lejos de retractarse, eliminan el comentario discorde para que la máquina de generar violencia siga funcionando.
En mi país hay gente violenta. Algunos salen a cometer delitos y a violentar a otros físicamente; otros lo hacen desde un teclado, frente a un monitor y con fines muy espurios (como por ejemplo: hacer campaña político partidaria para el sector de su preferencia), sin embargo, cuando un grupo de menores es abusado en una instalación de una intendencia en el interior, poco o nada dicen. Cuando una mujer es asesinada por su ex pareja (muchas veces funcionario policial o militar), no hay indignación ni enojo.
Por ese camino, sólo vamos a seguir generando y dejando generar más violencia... y la violencia traerá delincuencia... y la delincuencia, inseguridad.
Ni más, ni menos.