
Los invisibles vivimos en un sitio tan al sur de la vida, que acá el frío cansa.
Nuestra mirada es transparente (como todo nuestro cuerpo, claro) y de tanta transparencia, la gente no cree que existamos.
En cierto modo es lógico: Dios ya tiene hace tiempo ese problema (y para colmo, sus representantes no son creíbles). Los extraterrestres en cambio, gozan de mayor gloria. Pero claro, a ellos hay quienes aseguran haberlos visto.
Nadie nos ve; estamos, vemos, oímos, tocamos, hablamos, sentimos... pero no nos ven... es más, no nos vemos. Suponemos que estamos cerca cuando nos escuchamos unos a otros, pero cuando los visibles nos oyen, nos catalogan de "alucinaciones" o "residuos del estres".
Por eso nuestro mayor problema no es la discriminación o el prejuicio, no. Nuestro drama es la indiferencia. Todos pasan por nuestro lado y siguen sin notarnos (salvo honrosas excepciones de vigorosos iderealistas, que superan la miopia social y nos mantienen en reserva).
Y así vamos, dudando a veces de nuestra propia existencia, creyendo en la posibilidad de que tener un color será lo de menos mañana (y una idea útil lo de mas). Buscando y buscándonos para darnos cuenta de nuestro valor, no a pesar de la transparencia, sino gracias a ella.
Los atributos físicos solo sirven para los vacíos torneos, con vacíos contenidos, en los cuales los vacíos participantes admiran a la madre Teresa de Calcuta, Gandhi, Martin Luther King, Lennon, el Che o el Papa (el anterior... el actual es -todavía.- políticamente incorrecto). Sin prestar atención a la vida, pero a la vez declamando frases que te enseñen a transitarla.
Los visibles admiran mucho las imágenes (quizás por ello llenan sus paredes de ellas), pero no ven la escencia... aprenden de memoria frasecitas breves de personas cuya vida dice muchísimo más que cualquier frase suelta, pero eso los hace sentirse realizados.
Hoy en día, son pocos los visibles con voluntad, tiempo y ganas de escarbar más allá de sus propios prejuicios y ver.
Entre tanto (y entre tantos), los invisibles vamos y venimos. La falta de consistencia corporal a veces pesa un poco... hasta que vemos algunos visibles, con una grosera falta de consistencia intelectual, y que sin embargo parecen sentirse plenos.
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Raúl